El segundo en discordia, Messi (que repite en segundo plano), parece esta vez estar muy por encima del luso, que parece tener que demostrar mucho más que el argentino. Debe ser que ganar la Bota de Oro, el Balón de Oro, la Champions League, la Premier y el FIFA Placer, no es suficiente. Puede ser que la medalla de oro en Pekín supere a todo lo demás.
Alzar esa estatuilla parece significar que todos tienen derecho a increpar y comparar, un error que los analistas profesionales suelen cometer pero que, sobre todo en boca de pasionales forofos, genera un sentimiento irrisorio. Esa sensación ha llegado esta vez desde Barcelona, donde Laporta, que últimamente se estaba mostrando muy cauteloso en sus declaraciones, ha perdido todo su crédito en un plumazo de soberbia, la que siempre llevó de la mano.
Y es que en un arrebato de optimismo y euforia descontrolada, el mandatario culé se ha dejado llevar y ha opinado, erróneamente, sobre el premio concedido este lunes en Zúrich. Curiosamente, tras apuntar que es un orgullo tener tantos barcelonistas en el top-ten, no dudó en asegurar que Messi será el próximo ganador el año que viene.
Lionel Messi "tendrá el reconocimiento que merece como mejor jugador del mundo el año que viene", ya que está llamado a ser "uno de los mejores futbolistas de la historia". Todo está dicho.
Ahora sólo falta que el argentino no se lesione (algo que cada temporada le frena), que logre todos los títulos que se le siguen resistiendo pese a ser considerado una estrella y que, con todo eso en la mano, sepa acallar a su presidente, ése que ya le ha dedicado su amor eterno.
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