El punto negro de Pep

Guardiola no logra cerrar su defensa en jugadas a balón parado y sigue encajando goles.





Como no es oro todo lo que reluce y dentro de esa burbuja de optimismo inusitado también hay hueco para el carbón, los centrales blaugranas han demostrado la cruda realidad que les acecha a balón parado.

Se vanagloria a Messi, se elogia a Xavi y se exalta el regreso de Iniesta, pero pocos han reflejado la pésima actitud defensiva que arrastran los culés en los últimos partidos. Y es que son tres los goles que han recibido a balón parado en otros tantos choques, dejando ver el mayor problema de ese equipo que muchos tachan de invencible y que este miércoles estuvo cerca de complicarse una eliminatoria sobradamente solventada.

La fragilidad defensiva va mucho más allá. Cáceres ha decepcionado respecto a lo que de su rendimiento se esperaba, el joven Víctor no ha logrado sustituir con criterio a sus titulares y, Piqué, que tiene más crédito de Guardiola que de Laporta, tampoco está alñ nivel esperado. Al final, Márquez y hasta Puyol tienen que salir al césped a solucionar los problemas.

Los números no fallan y el cuadro azulgrana ha encajado nueve goles a balón parado en toda la campaña, muchos para un equipo que marcará època según los blaugranas más optimistas. Este miércoles quien supo aprovechar ese mal endémico fue Sinama Pongolle, que sacó los colores de los centrales locales en un cabezazo sin oposición que dejó ver la poca actitud e intensidad.


Guardiola, que sólo recoge alabanzas, ya sabe donde está el principal problema de su plantilla. En la Ida, Ujfalusi ya marcó tras la salida de un saque de esquina y en Pamplona repitió de igual manera Miguel Flaño. Por tanto, Pep ya conoce su punto débil, ese lado oscuro que se esconde sigilosamente entre tanto éxtasis descontrolado.