Xavi: "Sólo soy una víctima del colectivo; el socio de todos"





El centrocampista del Barcelona resume su papel en el mundo del fútbol con la misma clarividencia que lo interpreta sobre el terreno de juego. A sus 29 años recién cumplidos, cualquier otro futbolista podría estar iniciando la cuesta abajo de su carrera. Xavi, en cambio, vive el mejor momento desde que debutara en el primer equipo hace poco más de una década.

Mejor futbolista de la pasada Eurocopa y quinto jugador mundial en 2008, al internacional azulgrana le ha llegado tarde el reconocimiento mediático, aunque el respeto de jugadores y técnicos, de los profesionales que, como él, se dedican y entienden de esto, se lo ganó hace ya mucho tiempo. "Es cierto que no vendo y que, a lo mejor, no he calado como otros, pero tampoco es lo que quiero. Nunca me he sentido cómodo con todo eso. Huyo de ello. En la gala del 'FIFA World Player' estaba como un flan. En cambio, me metes en el Camp Nou en un partido con presión, y yo no sé lo que es la presión, porque tengo un balón en los pies", confiesa.

El de Terrassa se define como "un tío normal" al que sólo le preocupa "hacer muy bien" su trabajo. "Y que la gente que está a mi alrededor, que vive conmigo el día a día, lo valore", añade. Salir en las portadas o vender más periódicos le trae sin cuidado. "Ahora, me ha venido el reconocimiento mediático, pero eso no cambia nada", concluye.

Que Xavi Hernández huya de los focos no significa que no sea un tipo con carácter y seguro de sí mismo, ya que "para ser un número uno, tienes que tener un ego importante, amor propio y creértelo un poquito, porque sino no puedes competir con otro número uno", subraya. Y Xavi sabe competir como nadie. Lo demostró, por ejemplo, en la pasada Eurocopa, donde alcanzó un protagonismo inesperado. Primero, porque España ganó, contra pronóstico, aquel torneo, y después, porque el catalán acaba de cerrar una campaña aciaga con el Barça, que se planteó cambiar a su director de orquesta.


"Veníamos de una mala temporada, se hablaba de un posible traspaso al Manchester United, también de un trueque con Cesc, pero lo cierto es que me encontré muy bien durante toda la competición y el equipo hizo una Eurocopa espectacular", recuerda. Esta temporada, con el Barcelona, Xavi ha puesto en el punto de mira, el triplete (Liga, Copa del Rey y Liga de Campeones), pero sobre todo quiere la 'Champions'. La que el conjunto azulgrana ganó en 2006 le pilló convaleciente de una grave lesión de cruzados. En París, se quedó en el banquillo. "De aquello tengo una espinita clavada. Quería estar, pero no estaba. Incluso Rijkaard me pregunto si me ponía, pero le dije que no lo hiciera, porque iba a dar pena", ha desvelado.

Xavi lamenta haberse roto en el momento más inoportuno, cuando el equipo y él se encontraban en su punto de forma más dulce, igual que sucede ahora. "A mí, la lesión me partió por la mitad. Me sentía rápido, con chispa, encaraba a un contrario y sabía que me iría. Ahora me siento otra vez así, me noto fuerte de nuevo, pero no es lo mismo que con 24 años", reconoce. Es cierto. Xavi no es el mismo de antes. Ahora tiene más experiencia, más llegada, más gol, y sigue siendo casi imposible quitarte la bola. "Si pierdo un balón sufro; es peor que hacer un penalti", señala el de Terrassa, quien admite, eso sí que, con los años, ha perdido un poquito de punta de velocidad en la salida, ese cambio de ritmo eléctrico que ahora tiene Andrés Iniesta.

"Él y yo cubrimos muy bien el balón pero, cuando recibe y se gira, él tiene esos dos o tres metros que yo tenía antes. Andrés tiene un plus, por eso puede jugar arriba, de extremo, de todo", explica Xavi, quien define al albaceteño como "el mejor futbolista que hay ahora mismo en España". Hace unos meses, el MVP de la pasada Eurocopa renovó hasta 2014 por el Barcelona, donde le gustaría estar "toda la vida". Aunque admite que, alguna vez llegó a plantearse hacer las maletas "y probar cómo sería jugar en Inglaterra, porque las demás Ligas me atraen poco".

Cuando cuelgue las botas, seguirá vinculado al mundo del fútbol -"no sé hacer otra cosa", apunta-, pero no se imagina como entrenador. "No me veo con carácter para mandar cada día, me agobia mucho. No me gusta que me estén encima, y tampoco estarlo yo". Nadie lo diría al verlo jugar porque, cuando el Barça tiene el balón, el que manda es Xavi.