Juan Manuel Lillo vive sus peores momentos en el banquillo realista

FÚTBOL-REAL SOCIEDAD





El conjunto donostiarra únicamente ha sacado un punto de doce posibles en un mes muy desfavorable para sus intereses y las voces que cuestionan al entrenador guipuzcoano son crecientes, en vísperas de recibir al colista Sevilla B, en un partido en el que todo lo que no sea obtener el triunfo implicaría muchos problemas para Lillo.

Mendizorroza, por otro lado, ha vuelto a mostrar su etiqueta de campo desfavorable para los donostiarras que, lejos de enterrar los fantasmas de la pasada temporada, con la derrota de ayer han dado vigor a una leyenda que comienza a situar el estadio del Alavés en la lista de los de infausto recuerdo.

Las críticas el día después son unánimes en los medios guipuzcoanos hacia el planteamiento de Lillo y también a la actitud de una plantilla que sigue sin convencer en ataque y que también ha perdido su mejores virtudes, las defensivas, que le habían convertido en el equipo menos goleado, condición ahora amenazada después de encajar cuatro tantos en los dos últimos partidos.

El partido contra el Sevilla B, con un público que podría recibir de uñas a su equipo, tiene carácter plebiscitario para Juan Manuel Lillo, quien no se había visto en una parecida desde que llegara de la mano de Iñaki Badiola para dirigir los once últimos partidos de la pasada temporada. Mendizorroza, en esa oportunidad, fue también la tumba de sus sueños para volver a haber sido entrenador de Primera División.