La directiva culé tiene que dar el visto bueno a Guardiola





Tan sólo un día después del clásico ante el Real Madrid, la junta directiva del Barcelona tiene que tomar decisiones importantes de cara al futuro. El principal tema que estará sobre la mesa será la incorporación o no del técnico del filial, Pep Guardiola, cuya promoción depende de una aprobación por mayoría simple de los 17 directivos azulgranas, a pesar del apoyo declarado del director deportivo, Txiki Beguiristain.

A sus 37 años, recién nacido su tercer hijo, el ex centrocampista del "Dream Team" y técnico del Barcelona B pasará un examen que teóricamente ya tiene aprobado, el de su idoneidad como próximo entrenador del primer equipo de fútbol.

Le avala el director deportivo, Aitor Txiki Begiristain (con voz pero sin voto en la junta), y también el presidente, Joan Laporta. Ambos presentarán un informe favorable al nombramiento de Guardiola, hilo conductor de Johan Cruyff en el césped durante el "Dream Team", en el que se explicará que su metodología de trabajo es la más adecuada para el primer equipo.

Begiristain glosará ante la junta el conocimiento del club, la innovación en el trabajo diario y su más que posible conexión con el vestuario como grandes valores de Guardiola. En el seno de la junta existe en cambio una corriente de opinión mucho más escéptica sobre la conveniencia de poner el vestuario en manos del ex jugador catalán. Se le reprocha su falta de experiencia, básicamente. Guardiola ni siquiera ha completado una temporada como entrenador del filial, líder de su grupo en Tercera división y candidato al ascenso a Segunda B.

Aunque el nombramiento de Guardiola se da por hecho, los directivos más reticentes expresarán su opinión. No parece probable, sin embargo, que la votación sea ajustada y se necesita el más amplio consenso en una decisión de este calibre. En tal caso, y según recogen los estatutos del club (artículo 31.5), las decisiones en la junta directiva se toman por mayoría simple. La junta está compuesta por 17 directivos y el presidente Joan Laporta.

En caso de un hipotético empate, el presidente podrá hacer valer su voto de calidad. Los directivos sólo podrían pedir que el acta de la reunión recoja el sentido de su voto o una explicación del mismo.