El fútbol abre las puertas de una nueva vida a tres refugiados en Brasil





El Brazsat es un club que nació hace cinco años en la capital del "país del fútbol" y que en 2007 disputó el campeonato de la tercera división regional, lo ganó con facilidad y este año buscará subir a la división de honor desde la segunda. Su plan de refuerzos para esta temporada, a diferencia de los grandes y millonarios clubes, se ha basado en la solidaridad y en un convenio firmado esta semana con el representante en Brasil del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el español Javier López-Cifuentes.

Las conversaciones comenzaron el año pasado y fruto de ellas se incorporó al equipo el palestino Alí Khaled, de 19 años, criado en Irak, quien pasó cinco años de su vida en un campamento de ACNUR en Jordania y llegó a Brasil como refugiado en 2006. Ese primer paso le abrió camino al sierraleonense Solomon Kallon, de 20 años, quien hace dos años huyó de la guerra civil en que murió su padre y de las enfermedades que le costaron la vida a su madre. Quería llegar a Europa, pero por error se embarcó como polizón en un buque que se dirigía al puerto de Santos, en Brasil, donde se le concedió el estatus de refugiado.

Ahora, a instancias de ACNUR, Kallon ha sido fichado por el Brazsat, en cuya delantera busca afirmarse como titular. Con la misma ilusión llegó esta semana al club el colombiano Fernando Herrera, de 15 años, cuya familia vivía en las cercanías de la ciudad de Armenia (centro) y huyó del conflicto interno en 2002. Herrera dijo a Efe que la primera escala de su familia fue en Costa Rica, desde donde a expensas de ACNUR se trasladaron a Brasil hace cinco años. Esta joven promesa del fútbol juega como atacante, admira al brasileño Ronaldo, pero se siente colombiano "de corazón" y tiene como ídolos al retirado Carlos Valderrama y a Wason Rentería, que milita en el Sporting Braga portugués.

Los sueños de estos tres chicos unidos por la tragedia de los conflictos son los mismos y todos aspiran a brillar en el fútbol. El sierraleonense Kallon es quien vuela más alto y, según confesó a Efe, quiere convertirse en un gran jugador en el Braszat y llegar a "un club grande de Europa" como su compatriota Mohammed Kallon, quien destacó hace unos años en el Inter de Milán. "No es que vamos a hacer un equipo de refugiados", explicó a Efe López-Cifuentes sobre esta iniciativa pionera en el mundo, mediante la cual un club ofrece oportunidades a personas amparadas por ACNUR, que en Brasil son casi 4.000 de 70 nacionalidades distintas.


López-Cifuentes dijo que el Brazsat es el segundo club de fútbol del mundo que firma un acuerdo de cooperación con alguna agencia de la ONU. El primero fue el F.C. Barcelona español, que desde hace tres años colabora financieramente con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y luce su logotipo en la camiseta. En el caso del Brazsat no hay aportación monetaria, pero sí una forma de inserción social y una promoción del trabajo de ACNUR, cuyo logotipo estará estampado en la camisa del club a partir de ahora. Según López-Cifuentes, el convenio permitirá dar una mayor visibilidad a ACNUR, que atiende a cerca de 31 millones de personas víctimas de conflictos.

En el caso del club, su presidente, el empresario brasileño João Vaz, quiere hacer realidad la solidaridad que propone el deporte y, al mismo tiempo, dar proyección internacional al equipo. "Es el único equipo del mundo que tiene tres refugiados en su plantilla", dijo con orgullo a Efe. Como los nuevos jugadores, Vaz también vuela alto y, a través de la ONU, ha invitado a la actriz estadounidense Angelina Jolie a ser "madrina del equipo", en su papel de embajadora de buena voluntad de ACNUR. "Hay muchas posibilidades de que acepte", dijo el empresario, que también se ilusiona con el día en que el "equipo de los refugiados" llegue a la primera división del laureado fútbol brasileño.