El día de la marmota





Como ya sucediera ante Roma, Bayern, Arsenal y Juventus en las ediciones anteriores, la ida de los octavos de final ha resultado fatídica para el Madrid. De nuevo un partido plano sin ocasiones claras, una vez más un contrario -en teoría peor- ha desarbolado a los de blanco limitándose a estar colocados y a materializar la media ocasión de que disponen, y como ya sucediera antes, el partido de vuelta necesita de un milagro. ¿No queda la sensación de haber vivido esto ya antes?

En estos últimos años, da igual lo que pase en la competición doméstica que, cuando llega un equipo grande en la Champions, parece que el Madrid se amilana. Incomprensiblemente, el equipo no ataca tan fluido como siempre, los centros se convierten poco menos que en melones, los remates son prácticamente asistencias al portero rival, y la muralla defensiva se torna en un inocente murete. Sinceramente, ayer creía que pintaba distinto, ya que en años anteriores esta eliminatoria llegó en momentos convulsos, y esta vez el equipo iba lanzado. Sin embargo, el resultado ha vuelto a ser el mismo. El único consuelo es que, como en la película, este bucle también tendrá final. En unos días se verá si ha llegado el momento... o si la historia vuelve a repetirse.