Sin embargo, le han bastado un par de buenos arañazos del Madrid y una corriente aduladora de la prensa internacional hacia el conjunto blanco para que Guardiola se humanizara. Lo que antes eran palabras de elogio hacia el Madrid tras victorias como el 2-6 ó el 5-0 se han transformado en quejas y más quejas. Primero que si el césped. Luego que si el árbitro. Más tarde que si hubo un gol anulado de dos centímetros. Ese no es el Guardiola señor y modelo que ha campado por los banquillos de España y Europa durante los últimos años ¿Por qué? Porque ahora se ha dado cuenta de que el Madrid está demasiado cerca del Barcelona. No es ni el del 2-6 ni el del 5-0. Y, lógicamente, lo que antes eran elogios encubiertos ahora son chinas, enfados y lamentos. Ese es el mayor tanto que pueden apuntarse Mourinho y los suyos. No sólo haberle ganado la Copa al Barcelona, que también, sino haber logrado sacar la verdadera cara del entrenador culé. Y eso no lo había logrado nadie.
Bien es cierto que en los últimos años nadie le había tosido al Barça ni en España ni en Europa, a pesar de que el Inter el año pasado le echara de la final del Bernabéu. Que el Madrid vuelva a ser un rival para el Barcelona ha levantado la liebre y, con ello, ha encendido al técnico catalán. Esta noche, la semana que viene y, en definitiva, tras la eliminatoria pasará el que tenga que pasar, normalmente el mejor en los 180 minutos. De hecho, yo sigo viendo la eliminatoria 45-55% a favor del Barcelona porque a doble partido le veo más peligroso para el Madrid que en una final, pero que Guardiola haya sacado su verdadera cara a la palestra es el mayor triunfo del Madrid en los dos últimos años. Eso implica que los blancos van como motos. Mejor señal imposible.
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