Morata, el 'anti-divo' del Castilla

"No hace de menos a ningún compañero, se mancha la camiseta como el que más y tiene las mismas ganas de marcar un gol en un campo de 5.000 personas que en uno de 50.000"


cuandonohaya

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La mejor prueba de ello fue su partido en Alicante. Marcó un tanto, cierto, pero más allá de esa diana, que siempre tiene su importancia, máxime tratándose de un delantero, una especie que vive del gol, lo verdaderamente destacado fue su solidaridad con el equipo y la forma con la que desahogaba a sus compañeros aguantando el balón de espaldas para que los Denis, Borja, Jesé y compañía pudieran llegar desde segunda línea con mayor efectividad. Ahí Morata estuvo más que bien, y eso lo agradece el jugador (que suma minutos en Segunda División), Toril, que tiene un fichaje de primerísimo nivel y, por supuesto también el propio Real Madrid Castilla, cuyo estilo de juego es ideal para que Morata pueda lucir, alejado de la banda izquierda, lugar en el que tuvo que acostarse el pasado curso por solidaridad y necesidad del bloque.

A sus 19 años, Morata todavía tiene que curtirse. En ese sentido, la Segunda División es un escaparate más que digno para hacerlo. Las defensas son duras, hay mucho zaguero experimentado y nadie regala nada. Por eso, pienso que lo mejor es que siga ‘haciendo la mili’ toda la temporada en Segunda División, y que sólo cuando Mourinho vaya a contar con él en un alto grado de probabilidades se pierda el partido de turno del fin de semana del filial. Si el jugador quiere seguir mejorando sólo lo hará jugando. El ejemplo de Alicante debe ser el patrón para el resto de temporada.

Una última cosa. Decir que aunque no tuviera razones para hacerlo han sido muchos los jugadores que habiendo debutado con el primer equipo bajan al filial con desgana, en plan estrella frustrada y con ese grado de ‘divismo’ de que todo el equipo debe jugar para él. El caso de Morata es justo el contrario. No hace de menos a ningún compañero, se mancha la camiseta como el que más y tiene las mismas ganas de marcar un gol en un campo de 5.000 personas que en uno de 50.000. Ahí también es donde se marcan las diferencias, en la cabeza. Y no me refiero precisamente al remate.

 


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