Maurizio Sarri heredó un equipo puramente contragolpeador de Benítez para conventirlo, con el paso del tiempo, en un equipo atrevido, que juega con valentía, que busca la presión arriba, robar el esférico, y que basa su fútbol en la posesión de la pelota. Sarri suele ‘blindar’ el mediocampo con dos mediocentros de puro trabajo como el joven senegalés Diawara-una de las sensaciones de la Serie A-y el polaco Zielinski. Jorginho o el brasileño Allan también tienen protagonismo en la continua rotación del entrenador italiano.
En la línea de tres centrocampistas, Callejón y Hamsik son dos hombres casi fijos, y la banda izquierda se la reparten el italiano Insigne-es puro talento el mediapunta de Nápoles-y el belga Mertens. Arriba, Manolo Gabbiadini ha conseguido consolidarse como el delantero centro en San Paolo. El ex de la Sampdoria tiene una de las mejores zurdas del fútbol transalpino. Sin duda, la lesión de Arkadius Milik trastocó los planes de un Nápoles que podría fichar un ‘9’ en el próximo mercado invernal para paliar la baja del delantero polaco.
Sarri apuesta casi siempre por un sistema 4-2-3-1, con dos laterales ofensivos como el albanés Hysaj y el argelino Ghoulam y dos centrales fuertes, contundentes pero que tienen serios problemas tácticos. Koulibaly, Maksimovic o el mismo Raúl Albiol, están lejos del nivel que demuestra el Nápoles en el resto de líneas. El Real Madrid debería encarrilar la eliminatoria en el partido de ida. Los cuartos de final esperan a los de Zinedine Zidane.
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