Zidane y los suyos tenían este miércoles la misión de conseguir un resultado positivo con el que encarar en las mejores condiciones posibles el duelo de vuelta de octavos de final en Italia. Los blancos partían con la ventaja de la historia, ya que en los partidos anteriores ante el Nápoles nunca habían caído derrotados.
Fue en octavos de final de la Copa de Europa en el curso 1987-88 cuando se midieron por primera vez ambos conjuntos. En aquella eliminatoria, el equipo madridista consiguió un buen resultado como local al vencer por 2-0 con goles de Míchel y De Napoli en propia meta. Posteriormente, también sacaron un resultado positivo en San Paolo al empatar a un gol, con tantos de Francini y Emilio Butragueño.
Este miércoles no jugaba la estadística ni la historia, y por eso el Real Madrid salió al terreno de juego sin pensar en antecedentes, con la única idea de sacar el mejor resultado posible. Tras este tercer duelo entre ambos conjuntos, queda por delante el duelo de San Paolo para resolver definitivamente la eliminatoria.
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