"Vinicius Jr. juega por decreto. Florentino Pérez introdujo una cláusula en el contrato de compra del delantero de 16 años, que obliga al Flamengo a alinearlo siempre que el futbolista esté a disposición", asegura Sport, que considera que se trata de una condición abusiva por parte del Real Madrid: "Fue en los contratos de compra del jugador que, por expreso deseo de Florentino Pérez, se introdujo la cláusula de obligatoriedad de alinear a Vinicius Jr. Y el Flamengo, que sacará una tajada de 36 millones en la operación, accedió a pies juntillas", asegura el diario catalán.
No contento con poner en duda una fórmula que cualquier club lleva a cabo en situaciones de este tipo, el diario catalán afirma también que en el vestuario del Flamengo hay quejas al respecto: "En el vestuario del Flamengo empiezan a aparecer voces discordantes sobre su alienación obligada. La pirotecnia que genera su presencia no se materializa en juego", insisten, asegurando además que el Flamengo está siendo 'utilizado': "El Madrid está utilizando el equipo más popular del país como una extensión suya para servir sus intereses olvidándose de la historia del club que Zico llevó a su máxima expresión", zanjan.
Escozor total porque no acabó en el Barcelona
Parece evidente que el antimadridismo ha vuelto a hacer acto de presencia en esta 'información' de Sport. El Real Madrid ni mucho menos utiliza al Flamengo. De hecho, el propio club brasileño es el que debe estar encantado de poder seguir contando con un futbolista al que no querían dejar escapar. El futbolista seguirá cedido en Brasil hasta 2018, y lo lógico es que el Madrid busque garantizar su progresión imponiendo que juegue un número determinado de minutos. Es lo que haría cualquier club.
En Barcelona se atreven a meterse en el contrato de Vinicius, y parecen haber olvidado ya cómo fue el fichaje de Neymar, los tejemanejes que hubo y el hecho de que el brasileño jugó un Mundial de Clubes con el Santos ante el Barça siendo ya jugador culé. Curiosamente, no hizo absolutamente nada en aquella final. Más mirarse el ombligo y menos criticar al rival por haberte quitado a un jugador, culés.
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