Nada hacía presagiar el final del año 2018 al inicio de la pretemporada allá por el mes de julio. El pivote brasileño, clave en las cuatro Champions -en 2015 estuvo cedido en el Oporto-, volvía a tener la competencia del canterano blanco, inédito con Zidane el curso pasado. De igual forma que con Julen Lopetegui -solo jugó 10 minutos ante el Espanyol- hasta el ascenso de Solari al primer equipo.
Llorente comenzó como titular ante el Melilla, pero volvió a desaparecer. Llegaba el mercado invernal y estaba más fuera, con una cesión de por medio, que dentro. Pero todo cambió en Balaídos el 11 de noviembre, cuando el brasileño se lesionó. Ceballos fue su sustituto, de igual forma que ante el Eibar, aunque la contundente derrota en Ipurua lo cambió todo. Solari se dejó de probaturas y apostó definitivamente por Llorente y ante la Roma.
El canterano dio la cara y nadie le movería del ‘11’ hasta su lesión, convirtiéndose incluso en el MVP de la final del Mundial de Clubes. Desde entonces, Casemiro lo ha jugado todo y ante el Sevilla despejó todas las dudas, reivindicándose con un golazo para abrir el marcador y mucho. Fue un ‘ladrón’ en defensa (7 recuperaciones) y el quinto que más pases dio (58). Un muro, siempre pendiente de ayudar a sacar el balón y cubrir las espaldas de los laterales. Pero Llorente está en la recta final de su recuperación. Difícil papeleta para Solari.
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