El Liverpool se proclamó como nuevo campeón de la Champions League en el Wanda Metropolitano.
El Liverpool se proclamó campeón de Europa tras tumbar al Tottenham (0-2) en el Wanda Metropolitano. Jürgen Klopp recoge el testigo que dejó Zidane. Los reds levantaron la Sexta Copa de Europa en la capital de España. Un partido ramplón en el que no apareció ningún protagonista principal. Eso sí, Divock Origi, el hombre que se cargó al Barça, sí.
1099 días. 157 semanas, 36 meses y 3 años. Es el récord guiness que ha mantenido el Real Madrid siendo el vigente campeón de Europa. Un día triste el del 1 junio ya que se acababa esa hegemonía, dinastía o como quieran llamarlo. La Copa de Europa se la llevó el Liverpool. 7 finales de Klopp y todas perdidas. A la octava fue a la vencida. El fútbol le debía una.
Madrid se engalanaba y recibía la final de la Champions. No estaba presente el Real Madrid y eso es noticia, obviamente, por los datos que hemos reseñado anteriormente. Una final de Champions que había trasladado media Inglaterra en el Wanda Metropolitano. Una final de poder a poder en el que imperó el You Never Walk Alone. También imperó en la final, aunque no fue una final que haría justicia a lo que se estaban jugando. Sin embargo, ganó el Liverpool, sí. El equipo que se cargó al Barça y fue totalmente merecido.
Tras un minuto de silencio en honor al fallecido José Antonio Reyes, muy respetado y sentido, el partido empezaba a altas revoluciones. En el minuto 1 ya pasaba la primera polémica de la finalísima. Skomina pitaba penalti por mano de Sissoko tras un centro de Mané. Era lo primero que pasaba en la final de la Champions League y demostraba que el partido saldría a altas pulsaciones. Y llevaba polémica. ¿Mano o brazo? El VAR ni acudió a la llamada. La primera y Salah no perdonaba. Batía a Lloris y ponía el 0-1 en el Wanda. La mala suerte que tuvo con la lesión fortuita en Kiev se tergiversaba en buena suerte en la capital de España.
Insuflaba sangre Pochettino a sus futbolistas para buscar la reacción inmediata en la final. Poco fútbol, nada que contar. Un partido ramplón que tenía más emoción en la grada (saltó una espontánea e interrumpió la final) que en el propio campo. Entremedias pudo marcar Robertson con un zapatazo que sacó Lloris. Nada más. Ni Mané, ni Salah (salvo marcar desde los once metros), ni Harry Kane, ni Christian Eriksen. Nada de nada.
El segundo tiempo siguió con la misma tónica. Klopp y Pochettino movían ficha buscando agitar la ‘coctelera’ y viendo que las estrellas del duelo no aparecían. Primero Vertonghen y luego Milner tuvieron el gol siendo los protagonistas secundarios de la final. La más clara fue para Dele Alli que buscó el golazo de la noche, pero la picaresca en la vaselina ante Alisson no le salía. A tumba abierta y se veía un poquito más de fútbol en el Wanda Metropolitano.
Dele Alli volvía a insistir y fallaba a quemarropa un gol de cabeza que forzaba la prórroga para los suyos. Son, con un disparo, y luego con un tiro de Lucas Moura encendían la final. Llorente salía como revulsivo desde el banquillo, como ocurrió en el Etihad Stadium, Eriksen también se sumaba al vendaval de ataque de los spurs y mostraba su ‘guante’. El Liverpool vivía en el alambre y estaba a menos de 10 minutos de tocar la Orejona. Y la tocaría en la réplica, la tocaría como la tocó con el 4-0 al Barça. Un homenaje al Real Madrid. La corona de Europa era del Liverpool. De Origi. Klopp tocaba la Champions y tocaba el cielo del fútbol mundial. Nadie se la quitaría. Ganó el Liverpool y recogió el testigo del Real Madrid.
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