La entidad de Concha Espina, en una jugada maestra de Juni Calafat, el cazatalentos madridista en Sudamérica, se adelantó al resto de club europeos y lo firmó previo pago de 30 millones de euros al Flamengo. El Barcelona y el Atlético de Madrid se quedaron con la miel en los labios. (Noticia DC: el Madrid cambiará la estrategia de Reinier con Camavinga)
Los azulgranas y los rojiblancos, en España (otros grandes de la Premier también lo vigilaban), lo seguían desde meses atrás e, incluso, los segundos ya habían puesto en marcha la maquinaria para firmarlo antes que lo hiciera el Madrid. No lo consiguieron. Así fue la historia.
El Atlético quería incorporarlo sí o sí porque el cuerpo técnico, con su entrenador Diego Pablo Simeone a la cabeza, manejaba informes muy positivos del jugador. De hecho, el club del Wanda Metropolitano, tal y como ha podido saber Defensa Central, mandó un emisario a Brasil para hablar personalmente con Reinier y lo convenciese.
Sin embargo, el Madrid se enteró del movimiento y Calafat movió rápidamente sus piezas para decirle al joven crack brasileño que no escuchara a nadie más porque el club blanco lo quería. Desde entonces, no hubo nada más que hablar. El futbolista tenía muy claro que su futuro pasaba por el Bernabéu.
Reinier se olvidó del Atlético y se centró única y exclusivamente en el Madrid. Entonces Simeone, al enterarse de toda la operación, estalló de rabia y se agarró un enfado brutal porque ya les había pasado lo mismo con Militao. El brasileño ha empezado en el Castilla y va por muy buen camino con dos goles y una asistencia en tres partidos.
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