En las altas esferas del club blanco se inició hace años una transformación en la forma de fichar. El PSG firmaba a Neymar y Mbappé, de una tacada, y el Real Madrid lanzaba un contraataque firmando a Vinicius Júnior. Un miro de Río de Janeiro, apenas conocido, pero con mucho potencial para ser la nueva estrella del fútbol de Brasil.
“Quien no apuesta no gana...”, dice el refrán. El Real Madrid ganó a un futbolista vertiginoso, de escándalo, de los que están en peligro de extinción en el fútbol moderno. El Neymar que se le enquistó a Florentino Pérez del Santos, en versión moderna, y ‘Vini’ ya se ha ganado el corazón del madridismo.
A Vinicius le siguió una buena camada de futbolistas (Rodrygo, Lunin, Brahim, Militao, Jovic, Kubo). Unos salieron bien, otros no tan bien y algunos que todavía siguen creciendo. No podemos olvidarnos tampoco del rubio de oro de Drammen, Martin Odegaard, que ya ha explotado y es uno de los mejores jugadores de la Liga. Tampoco de Achraf y Reguilón, dos realidades, surgidas de La Fábrica.
Al Madrid del futuro simplemente le faltan unos retoques. Una revolución total que ya se ejecutó en el pasado con los Ramos, Marcelo, Varane, Benzema... Y que sigue dándole éxitos al Real Madrid. Florentino busca dar el golpe final para 10-15 años. Y es la guinda. (El contrato de Camavinga tiene truco: cobra poco pero factura mucho)
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