Los cambios empezaron en la pizarra. Mendy volvió al lateral izquierdo, mientras que Nacho se encargó de cubrir por la derecha las internadas de Ansu Fati. Le sustituyó después Lucas por lesión del canterano y estuvo impecable. En la medular, Valverde ocupó el puesto de Modric, que lleva sin descansar desde antes del parón de selecciones. Aún así, al equipo no le faltó equilibrio y supo leer bien el juego según las circunstancias. Asensio irrumpió en el once formando tridente con Vinicius y Benzema.
Ya empieza a ser habitual que Zizou salve los match ball en las grandes citas. Lo hizo el año pasado ante el Galatasaray, cuando también estaba en la cuerda floja, y éste no iba a ser menos. Casi nadie apostaba por una victoria de los blancos en el Camp Nou, pero se impuso la garra y el espíritu que llevaban tiempo sin aparecer para noquear al máximo rival. Marcaron tres pero pudieron ser más de no ser por un acertado Neto.
La primera parte estuvo igualadísima, pero en el segundo tiempo el Real Madrid se impuso con solvencia. Llegaron los goles de Sergio Ramos y Luka Modric, que saltó al césped para sustituir a un exhausto Valverde. El uruguayo anotó el primer tanto del encuentro, el que abrió la lata, siendo determinante para los suyos y tuvo que ser sustituido en el 68' porque estaba agotado.
A diferencia de en otros encuentros, el equipo de Zidane se mostró sólido en defensa, contundente en la medular y eficaz en ataque. Fue superior al Barça sobre todo en la segunda parte, ya que los culés no tuvieron ni una ocasión peligrosa en los segundos cuarenta y cinco minutos.
Hasta el propio Zidane lo calificó en rueda de prensa como un partido "perfecto". El francés continúa invicto en el Camp Nou, dónde ha dirigido al Real Madrid en 6 ocasiones. Acumula tres victorias y tres empates. Este es el camino que conduce a los títulos, pues supone una inyección de moral tremendo para un equipo que estaba tocado, pero nunca hundido.
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