El francés asegura que se entrega "al 300%" a sus proyectos, por lo que no se plantea abandonar el barco.
Zinedine Zidane está atravesando la peor crisis dentro del club. Los numerosos tropiezos durante esta temporada han situado al técnico en la puerta de salida. Está en el punto de mira y los próximos encuentros serán definitivos para tomar una decisión sobre su permanencia. En las oficinas de Concha Espina ya barajan diferentes nombres que puedan convertirse en el sustituto adecuado.
Sabine Callegari ha publicado un libro analizando las actitudes del entrenador merengue. La psicoanalista lleva años estudiando diferentes documentales, entrevistas, libros, ruedas de prensa y artículos protagonizados por Zizou, para comprender sus rasgos de la personalidad y plasmarlos en En la cabeza de Zidane. Ha llegado a la conclusión de que, evidentemente, “la estrella es, ante todo, un ser humano que sufre como todos los demás”. (Lopetegui no se fía del Madrid de Zidane: "En este tipo de situaciones se crecen").
“Zidane no soporta el desafecto, necesita sentirse querido para llenar la falta de reconocimiento paterno”, asegura Callegari. El francés demanda constantemente el afecto de sus compañeros de trabajo, algo que reclamó en 2018 antes de abandonar el club. El francés aseguró que esa decisión se originó porque no sentía el mismo amor del club y del vestuario. El mister asegura que siempre da el “300%” a sus proyectos y no la palabra rendirse no suele entrar en su vocabulario.
“Zidane se ha convertido en lo que es sin aspirar a la celebridad, sin querer dejar de ser alguien ordinario. Pero su fuerza tenía que salir. Pese a todo lo que ha hecho, pese a haber logrado un amor incondicional del público, sigue manteniendo el drama de no haber recibido de su padre”, destaca la psicoanalista en su obra.
“Zidane es más que un mito, más que el personaje perfecto que aparece en público. Si fuera perfecto, no habría tenido esos golpes de efecto, como el cabezazo a Materazzi o su salida del Madrid en 2018”, subraya Callegari.
El madridista también ha trasladado sus problemas personales al terreno de juego. Odia la traición par parte de sus más allegados. El francés protagonizó una bochornosa situación en la final del Mundial contra Italia al propiciarle un cabeza a Materazzi. Había varios rumores sobre una posible relación entre su ex compañero de vestuario y su mujer. Algo que no pudo soportar y, según la psicoanalista, actuó como una niño enfadado consiguiendo la expulsión.
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