Mbappé, un caso único: la historia del fichaje galáctico en el que la realidad supera la ficción

El francés ha hecho el mayor esfuerzo que se recuerda por cumplir su sueño de jugar en el Real Madrid

Kylian Mbappé
Kylian Mbappé
José Padilla | 18-05-2022

En los tiempos que corren más de uno puede pensar que en esta vida sólo importa el dinero. Que la fama, el status, y el poder influyen más que un simple sueño. Kylian Mbappé dormía de niño abrazado a una camiseta del Real Madrid y viendo los pósters de su ídolo, Cristiano Ronaldo, antes de apagar la luz. El resto es historia.

Una década y media más tarde es un hombre. 23 años muy bien llevados, con mentalidad vigorosa y una carrera prometedora. Destinado a convertirse en uno de los mejores de todos los tiempos. Con reputación de súper estrella y un estilo de vida admirable. 

Mbappé es un caso único en la historia. En el Real Madrid cuentan que nunca un jugador ha hecho tanto por jugar aquí. No es fácil mantener la cabeza en su sitio cuando la presión te lleva al borde del abismo. Cheques en blanco, millones inagotables, llamadas de poderes políticos, miles de aficionados gritando. Y él pudo con todo cuando lo fácil hubiese sido ceder.

Día tras día. Aguantando lo insoportable para el común de los mortales. Lo lógico habría sido renovar, seguir idolatrado en París, y con el doble o triple de dinero en la cuenta. Pero Mbappé no es uno más. De ahí la obsesión del Real Madrid con cerrar el fichaje más esperado de la historia. La realidad a veces supera la ficción.

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Ya se ve la luz al final de un túnel. Mbappé no ha cambiado su postura y firmará en los próximos días el contrato con el que tanto soñó de niño. Será jugador del Real Madrid con todo y contra todos (hasta personas de su círculo más cercano). No le importa.

Cuando Mbappé se vista de blanco demostrará que es humano. Las emociones contenidas durante tanto tiempo se manifestarán a ojos del mundo. Porque al final, aunque no lo parezca, sigue siendo el niño que dormía cada noche con la camiseta del Real Madrid. Y eso nada, ni nadie, lo podrá cambiar.