La final de la vergüenza: centenares de aficionados sufrieron la falta de garantías de la UEFA en París

Desde hace meses sabíamos la fecha, el horario y el lugar de la definición de la Champions League, pero desde UEFA no dieron la talla. Días después de asegurar que ni la Liga ni el Real Madrid estaban en condiciones de decirles cómo actuar, el máximo ente del fútbol europeo y Aleksander Ceferin se encuentran el ojo del huracán por un encuentro donde de milagro no vivimos una tragedia en toda regla.

Poco a poco se fue anunciando como el encuentro era postpuesto gracias a graves incidentes que se registraba en los aledaños del Stade de France. Casa del fútbol francés y pilar de los Juegos Olímpicos del 2024, tanto aficionados del Real Madrid como del Liverpool fueron víctimas de una falta de autoridad y garantías que evidencia la ausencia de liderazgo con la que convive hoy por hoy el fútbol europeo.

Más de 20.000 personas entraron en el Stade France sin entrada, de manera ilegal y saltando los abandonados tornos de seguridad levantados por UEFA en todo Saint Dennis. Mareas humanas se amotinaban contra las vallas mientras los gases lacrimógenos volaban y la policía contratada para el evento poco o nada podía hacer.

Robos, denuncias y el recuerdo de las peores noches

Culpar a los fans del Liverpool sería lo fácil y la realidad va mucho más allá. Ceferin y su equipo nunca dieron garantías, permitieron que decenas de bandas organizadas robaran y atacaran a los transeúntes que se acercaban a un encuentro de fútbol y firmaron uno de los capítulos más vergonzosos en la historia de la UEFA. De milagro repetimos, no hubo tragedia.

“Lo siento por los fans del Liverpool y la forma en que fueron tratados. ¡Espero que todos hayan llegado a casa a salvo!”, fueron las palabras de Courtois en su Twitter tras escuchar durante más de 45 minutos de calentamiento los disparos de gases lacrimógenes y gritos de los niños, mujeres, ancianos y jóvenes que se encontraron abandonados por las fuerzas de seguridad en los aledaños del Stade France. El recuerdo de noches como Heysel volvió a la vida y puede que solo la suerte haya salvado a Ceferin de ser la cabeza visible en lo que pudo ser la tragedia del siglo en Europa.