Gran parte de la culpa de ello la tuvo Rüdiger. El alemán sigue dando pasos adelante, con una mayor jerarquía dentro de la zaga. Está más seguro atrás, siendo imposible superarle.
En el único fallo de la noche, en la primera mitad, se rehízo con rapidez. A partir de ahí, fue un muro, intenso, lleno de fuerza y midiendo sus intervenciones para amargar la vida a sus rivales.
Además, no dudó en unirse a Nacho, echándole una mano en su lateral. Quizás, si hay que ponerle un pero, fue en la salida del balón, donde, junto a Militao, les costó un poco más.
Pero el brasileño lo compensa, con creces, con su actuación. Eder se anticipó a los delanteros del Liverpool, ganándoles todas las acciones, y leyendo lo que pedía el partido en faceta defensiva.
Militao puso en pie al Bernabéu con sus acciones atrás. No sólo es inteligente al corte, sino que su contundencia le hace no dejar de ganar duelos, y recuperar balones.
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