El astro francés, autor de uno de los goles, resultó insuficiente para un equipo totalmente ausente
El Real Madrid sucumbió ante el Barcelona (2-5) y los peores fantasmas retornan en el conjunto blanco, que ya perdió en octubre el choque liguero contra los azulgranas. El Madrid renunció de entrada a tener más control sobre el balón con la apuesta del tridente ofensivo (Rodrygo-Vinicius-Mbappé) por parte de Carlo Ancelotti y se vio a las primeras de cambio. Thibaut Courtois sacó unas manos providenciales y Kylian Mbappé redondeó la faena con un gran gol a los cinco minutos. La escenificación ideal de lo que es este Madrid si se sabe explotar y usar bien: un eje rápido, veloz, vertical y con capacidad de galopar como sólo los leones tienen.
Mbappé se entendió a las mil maravillas con Vinicius, que le asistió en el primer gol y le realizó los desmarques tan necesarios. Una contra llevada a una velocidad supersónica que ejecutó perfectamente Mbappé, que volvió a brillar como antaño. Tras el gol, el francés se echó al suelo quejándose del robillo. Ocurría que, antes del disparo, Kylian se resbalaba y Koundé le remataba, pisándole. Las alarmas se encendieron en un primer momento, sacando Ancelotti a Brahim a calentar. Pero, finalmente, todo quedó en un susto y el ‘9’ se retiró para vendarse el tobillo y salió posteriormente al campo.
Tuvo tiempo Mbappé para seguir atosigando a la zaga del Barça, pero el conjunto culé no se detuvo y se echó a por el partido. En la primera parte, el ariete quedó totalmente condicionado por el escaso papel ofensivo del Madrid, que nunca tuvo el balón -más bien, renunció a él- y terminó encajando hasta cuatro goles durante los primeros 45 minutos. La sangría, como en la Liga, ya estaba servida otra vez.
Mbappé fue de los pocos, por no decir el único, que no se achantó y, al empezar la segunda parte, provocó la expulsión de Szczesny en una jugada en la que se quedaba solo frente al guardameta del Barcelona. La expulsión del portero permitió que el equipo merengue jugara en superioridad numérica durante más de media hora, pero poco se notó.
Sin embargo, los pies -y la actitud- de Mbappé estuvieron en todas partes, creando en cada ocasión peligro notable para el equipo. Volvió el mejor Kylian, pero no estuvo acompañado por sus compañeros. El Madrid, que había ganado siete de los últimos ocho partidos, desapareció en un día en el que su máxima figura regresó por la puerta grande. El líder que se necesitaba. En un equipo que vuelve al callejón de salida de hace unas semanas. Veremos si hay solución al respecto. Por trabajo no será, desde luego…
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