¡Ánimo, que ya queda menos!

3-0: Juande y sus jugadores siguen manchando el nombre del club más histórico del mundo. Lo mejor es que al manchego ya sólo le quedan tres partidos en el banquillo





3 - VALENCIA: César; Miguel, Albiol, Maduro, Alexis; Joaquín (Pablo Hernández, 63'), Baraja, Marchena, Mata (Vicente, 77'); Silva (Míchel, 56') y Villa.

0 - REAL MADRID: Casillas; Sergio Ramos, Cannavaro, Metzelder, Heinze; Robben, Gago, Javi García (Van der Vaart, 58'), Marcelo (Drenthe, 83'); Raúl e Higuaín.

GOLES: 1-0 Mata (29’). 2-0 Silva (32’). 3-0 Baraja (68').

ÁRBITRO: Iturralde González (Comité Vasco). Tarjeta amarilla para Javi García (25’), Gago (27’), Silva (35’), Alexis (37’), Marchena (64') y Marcelo (81'). Perdonó la tarjeta roja a Alexis por una violenta entrada por detrás a Robben.


INCIDENCIAS: Mestalla. Lleno.

A su consabida incapacidad para motivar anínicamente a jugadores decaídos, Juande reiteró esta vez su inutilidad para plantear partidos frente a rivales de cierta entidad (Liverpool, Atlético de Madrid, Barcelona, Valencia...) y su torpeza para elegir jugadores. Juande es de esos técnicos que piensan que es obligatorio poner siempre a dos tarugos en el centro del campo para buscar esa chorrada llamada equilibrio. A falta de Lass, colocó a Javi García junto a Gago.

Hay tarugos que roban balones y eso les convierte en piezas importantes (Lass es un tarugo importante). Y hay tarugos que, además de no saber dar ni un pase a dos metros, no roban ni un balón. Gago y Javi García son de estos tarugos completamente prescindibles. Pero a Juande le encantan los dos. Por eso, para jugaran ellos en Valencia, prescindió de jugadores como Huntelaar o Van der Vaart, que es un jeta y un vago, pero que tiene más fútbol en la uña del dedo meñique de su pie izquierdo que todo que podrán tener en su vida Gago y Javi García.

Goles a pares

Javi García y Gago rivalizaron ayer para ver cuál de los dos es más tarugo. Al primero le sacaron la tarjeta en el minuto 25 y al segundo, en el 27. El Real Madrid, antes de esas dos tarjetas, no había tenido ninguna compostura, pero a raíz de ahí se derrumbó como un castillo de naipes, porque ellos ya ni metieron la pierna: a los 29, Mata abrió el marcador y a los 32, Silva dio la puntilla. Sería injusto, eso sí, culpar a los dos tarugos de esta nueva afrenta. Cannavaro también hizo lo suyo para seguir manchando el nombre del Real Madrid: no hubo vez que no lo encararan Villa, Silva o Mata, y que no se quedara con el molde. Hace falta tener la poca psicología que tiene Juande para no saber que un jugador que ha firmado ya por otro equipo no mete nunca el pie. Y menos, si no es necesario que lo meta (insisto: esta visita del Real Madrid a Valencia era un trámite). Cannavaro tuvo mucho que ver en la triangulación Silva-Villa-Mata que originó el primer gol y tampoco estuvo especialmente espabilidado en el segundo.

Claro, que pedir explicaciones a Juande de por qué juega Cannavaro cuando también juegan Heinze o Raúl no me parece del todo justo. En fin, ya digo que sólo quedan tres semanas para que finalice este calvario y para que Juande pase a ser, en la historia del Real Madrid, sólo un lamentable recuerdo, así que tampoco hay que amargarse más de lo necesario. Pero no me negarán que, con todo el pescado vendido en la Liga, no habría sido una buena ocasión para probar a Parejo, a Drenthe, a Torres o, incluso, a Faubert, que se quedó en Madrid por decisión técnica. Recordemos que Juande fue el que dio el visto bueno a la llegada del francés, sin duda alguna el fichaje más estúpido en los más de cien años de historia del Real Madrid.

Cuando Juande se dio cuenta de lo obvio (que Javi García es un tarugo y no puede jugar al lado de otro tarugo como Gago), había pasado ya una hora. Fue entonces cuando metió a Van der Vaart. Poco pudo hacer el holandés, porque minutos después llegaría el tercer gol, en una volea desde fuera del área de Baraja, completamente solo. Eso sí, Huntelaar seguía en el banquillo y Juande sacaba a Drenthe para mantener el resultado. Lo consiguió: sólo fueron tres los que esta vez entraron en el capacho, la mitad que hace una semana. El que no se consuela es porque no quiere.