El resultado no premió al mejor

Los blancos jugaron una gran primera parte pero no pudieron lograr el triunfo en San Siro (1-1). Benzema adelantó al Madrid y Ronaldinho empató de penalti. Raúl y Marcelo tuvieron el triunfo al final pero Dida lo evitó





El Madrid saltó a San Siro como los grandes. Con el dominio de la pelota por bandera. Posesiones largas y con sentida. El mejor arranque de la temporada. El equipo estaba enchufado, y hasta Pellegrini lo vivía fuera de su banquillo con mayor ardiente que de costumbre. Pintaba bien la cosa para sus intereses.

Los italianos vivían de la táctica del buitre. De lo que pudieran robar por arriba y por abajo. En el término robar también se podía incluir a Felix Brych, un colegiado alemán tan novato como descarado y caradura en sus decisiones. Ambrosini, al que la palabra balón le debía sonar a cuento chino, se dedicó a repartir por arriba y abajo con la impunidad que este alemancito veraneante de Mallorca le permitía. Faltas a Kaká, Benzema o Lass se convertían en lances sin sanción. Al Madrid no le quedaba otra: el mono y a jugar.

BENZEMA, GOL A LO RAÚL

Ficha técnica:


Milan: Dida, Oddo, Nesta, Thiago, Zambrotta; Pirlo, Ambrosini, Seedorf; Ronaldinho, Borriello y Pato

Real Madrid: Casillas, Ramos, Pepe, Albiol, Arbeloa; Lass, Alonso, Marcelo, Kaká; Higuaín (Raúl 74’) y Benzema (Van Nistelrooy 81’)

Goles: 0-1 Benzema (29’), 1-1 Ronaldinho (p.34’)

Árbitro: Felix Brych. Amonestó a Pato, Marcelo, Arbeloa, Pepe.

Estadio: San Siro. Lleno absoluto, 80.000 espectadores. Casi 2000 madridistas en las gradas.

Y no lo hacía mal el equipo de Pellegrini. Con un Kaká más inspirado que de costumbre, el Madrid encontraba en el área milanista su habitat natural. El carioca, conocedor de lo malo que puede ser su compatriota Dida, disparó desde todos los ángulos. Buscaba la diana. Y la encontró. Un lanzamiento del 8 merengue se le escapó de las manos mantecosas a Dida y Benzema, esta vez sí, al más puro estilo Raúl, se adelantó a todo el mundo para cruzar, con la calidad que se le presupone, el balón a la red italiana. El Madrid acababa con más de 50 años sin marcarle al Milán en San Siro, y el galo con la dieta goleadora que atesoraba.

Los locales sólo se nutrían de los fallos blancos. Y de los del colegiado, por descontado. Al alemán le dio por darle a la sin hueso con Lass mientras el Milán sacaba rápidamente una falta. Ello propició una mano de Pepe al intentar cortar un venenoso envío al área. Aquí no hubo dudas. Lo pitó. Con ganas. Muchas ganas. Ronaldinho, que ha quedado para este tipo de menesteres, transformó el penalti y devolvía, injustamente, la igualdad a un San Siro que veía como el Madrid estaba siendo dominador por juego y ocasiones. Pero la fortuna, dichosa en el mundo, familia en Italia, estaba otra vez en contra del blanco.

DIDA SALVÓ AL MILÁN

El paso de los minutos fue para el partido como las arrugas. Todo se fue afeando de tal forma que el principal perjudicado fue el Madrid, que veía como las ocasiones de la primera parte no regresaban en la segunda. El Milan, encantado de no jugar a nada. El no fútbol se apoderó del partido y todo parecía condenado hacia el mismo punto: el empate.

Sin embargo, el Madrid tiró de escudo y pudo ganar al final. Primero Marcelo y luego Raúl se encontraron con las dos mejores paradas en la carrera de un Dida que, seguramente, se asombró de unos reflejos que creía perdidos en la esquina de su peluquería. El Madrid mereció más, jugó mejor pero las arrugas italianas se mantuvieron vivas gracias al botox final de Dida.