El Madrid venció como y cuando quiso

Los de Pellegrini vencieron sin apenas esfuerzo a un Espanyol muy pobre (3-0). Ramos y Kaká sentenciaron en la primera parte. Higuaín marcó un gran gol en las postrimerías del choque en su retorno a los terrenos de juego.





Este nuevo Real Madrid tiene un nuevo código de vestuario: marcar lo antes posible para no ir a contracorriente. Ya sucedió en Riazor y volvió a cumplir idéntico trámite ante el Espanyol más pobre que ha pasado por el Bernabéu en años.

La apuesta por los tocones en el centro del campo, además del amor por la posesión de balón, garantiza toque y precisión en el juego a balón parado. Si un jugador focaliza esas características ese es Estaban Granero. El canterano abrió la lata en Riazor y fue el principal artífice del gol de cabeza de Sergio Ramos. El sevillano, centrado dentro y fuera del campo, es pieza indiscutible en este Real Madrid. Un cabezazo desde los cielos abrió el partido y partió a un Espanyol en cuyos papeles no se contemplaba otra cosa que no fuera el cerocerismo.

Raúl lo intentó en todo momento

Ficha técnica:

Real Madrid: Casillas, Arbeloa, Sergio Ramos, Albiol, Marcelo, Xabi Alonso, Guti (Lass, m.68), Granero, Kaká, Benzema (Higuaín, m.72) y Raúl (Van der Vaart, m.82).

Español: Kameni, Roncaglia, Víctor Ruiz, Pareja (Amat, m.72), David García, Baena, Javi Márquez, Verdú, Luis García (Marqués, m.62), Coro (Iván Alonso, m.46) y Osvaldo.

Goles: 1-0, m.5: Sergio Ramos; 2-0, m.29: Kaká. 3-0, m.90: Higuaín.

Árbitro: Alfonso Pérez Burrull, del Comité Cántabro. Mostró tarjeta amarilla a Osvaldo (m.37), Sergio Ramos (m.60), Roncaglia (m.70) y Xabi Alonso (m.80).

Incidencias: encuentro correspondiente a la vigésima primera jornada de Liga disputado en el estadio Santiago Bernabeu ante unos 72.000 espectadores.

Por momentos el Madrid usó la muleta como los mejores toreros. El repertorio de asistencias, controles y demás recursos técnicos rozó la perfección, y el Bernabéu se arrancó, como si fuera Las Ventas, con varios olés. Los aficionados aplaudían y sonreían y eso que su gran estandarte, Raúl, se encontró en varias ocasiones con un Kameni tan inspirado bajo los palos como enfadado con sus compañeros. El capitán, todo corazón, se convirtió en el improvisado hombre-cabeza del Real Madrid aunque la suerte y los guantes del portero visitantes le cortaron la inspiración. Fue precisamente tras un cabezazo del ‘7’ blanco cuando Kaká aprovechó el rechace para marcar el segundo de la noche. En el argot tenístico el partido olía a juego, set y partido para el Madrid.


La superioridad blanca era tan evidente que la relajación se apoderó del partido. El Madrid dormía el balón en el medio aunque sus puntas no estaban por la labor de dejar pasar la ocasión de hincharse a marcar goles. Ni Raúl ni Benzemá estaban para regalar nada y el Espanyol era la reproducción exacta de las hermanitas de la caridad. Todo encajaba para que los goles se apoderaran del marcador.

Un partido made in Coruña

El calco en relación al partido de Riazor fue total. Buen primer tiempo, con dominio, y un segundo en el que el nadar y guardar la ropa se convirtió en el modus operandi blanco. A pesar de todo Kaká se encontró con una asistencia de Benzemá que, a falta de milímetros, se estrelló con el poste.

Con poco que llevarse a la boca, el Madrid devolvió a los terrenos de juego a Higuaín y Van der Vaart. La ocasión lo merecía. El ritmo era de partido de solteros contra casados. Unos porque no podían y otros porque no querían. El caso es que el Bernabéu se fue divirtiendo con cánticos ajenos al partido. Sin embargo, había uno reservado para Higuaín. El argentino, que salió con las mismas ganas de siempre, anotó un gol de bandera en su reaparición. Control en el aire, balón al suelo, quiebro a un Kameni al que dejó por el camino y gol a puerta vacía. La mejor firma posible para un partido de diferentes sensaciones. El Madrid ganó cómo y cuándo quiso. La Liga sigue abierta.