Las Ligas también se ganan en la última jornada

Tenerife o Riazor, ejemplo de que hasta el último momento se puede





La historia negra del madridismo tiene muy presente lo sucedido hace cerca de veinte años en el Heliodoro Rodríguez López. Tanto en la campaña 1991/92 como en la 1992/93 el Madrid llegaba al campo tinerfeño con la Liga en su mano y en ambas claudicaba (3-2 y 2-0) víctima de los errores propios y ajenos para acabar por darle el campeonato liguero a su más directo rival, el F.C Barcelona. Una buena muestra de que las Ligas se deben jugar hasta el último instante y que los favoritismos no ganan partidos y, ni mucho menos, títulos.

 

Sin embargo, los finales de Liga igualados no sólo han tenido al Real Madrid como protagonista, sino que el Deportivo de la Coruña también sabe muy bien lo que es perder un título en los últimos minutos de la última jornada merced a un penalti errado. Fue el 14 de mayo de 1994, cuando el central deportivista Djukic dispuso en Riazor de un penalti para romper el empate a cero ante el Valencia que dejaría la Liga en Coruña. Sin embargo, el serbio lanzó la pena máxima a las manos del portero valencianista, lo que provocó que el campeonato pasara a manos de, otra vez, el Barcelona.


 

En consecuencia, parece que en las últimas dos décadas ha sido el conjunto blaugrana el más beneficiado en los cambios de mano del trofeo que se han producido en los instantes finales de la competición. Una tendencia que, con un poco de suerte, el Madrid podría invertir el próximo domingo, siempre y cuando el Valladolid consiga la hombrada de puntuar en el Camp Nou y los de Pellegrini hagan los deberes en la Rosaleda. Y es que la historia tiene con el madridismo las deudas pendientes de la Ligas de Tenerife, y el día 16 puede empezar a pagarla con la primera.