Benzema apareció cuando peor lo tenía, cuando su equipo demandaba un gol, cuando muy pocos creían ya en el francés, incluido su entrenador que le había dejado fuera del equipo titular en los dos últimos partidos. El delantero centro se fabricó el gol del triunfo, el tanto que permite a su equipo seguir enganchado a la Liga, en el momento en el que las prisas y los nervios se asomaban por el Bernabéu.
Benzema ejerció de nueve puro, de jugador de área. Enganchó un balón al borde del área y pese a tener encima a Ramis se giró y acertó con la portería de Aouate. Movimiento y gol de nueve que sirvió al galo para reconciliarse con la afición y... con su propio equipo.
Minutos más tarde recuperó su nivel con hasta tres grandes ocasiones falladas, de esas que un delantero no puede permitirse el lujo de desperdiciar. Su gol y una parada de Casillas en el último minuto se transformaron en tres puntos y en la posibilidad de que el Real Madrid pueda seguir la estela azulgrana.
El juego del Real Madrid ha perdido precisión y llegada. En los últimos partidos esas apariciones salvajes que habían sido la referencia del equipo de Mourinho en la primera parte de la temporada han desaparecido, como también lo ha hecho ese control total y absoluto del juego en los partidos que disputaba en su estadio.
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