Futbolistas invisibles

Los dirigentes de los clubes están convirtiendo a los futbolistas en seres invisibles para los aficionados





 

En  las semanas que hay  concentración de la selección española ha quedado clara una premisa: que los clubes se están confundiendo, que las políticas de comunicación caminan por sendas equivocadas.

 Los dirigentes de los clubes están convirtiendo a los futbolistas en seres invisibles para los aficionados. Los seguidores de Real Madrid y Barcelona apenas tienen contacto con sus jugadores. Lo de presenciar un entrenamiento de uno de sus equipos se ha convertido en una quimera.

 Ya sé y conozco el argumento esgrimido de que los ensayos de teatro son a puerta cerrada, pero sinceramente creo que la comparación no tiene ni pies ni cabeza. Entrar en Valdebebas o en la nueva Ciudad Deportiva azulgrana no es una empresa sencilla ni siendo socio de cualquiera de los dos clubes. Todo son problemas. Y si ya acudes en calidad de periodista ni te cuento.

 Siguiendo por el orden del acontecimiento en el tiempo hablo de lo que es una concentración de la campeona del mundo. Lunes, una de la tarde, los internacionales llegan a la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Llega el primero. Saluda, firma autógrafos y hasta se hace fotos. 


 Le saludas y no sientes en el cogote la respiración del empleado de turno, ya sea guardia de seguridad o del departamento de prensa. El jugador se relaja y se vuelve persona. Tanto el aficionado como el periodista dejan de ser sospechosos por disfrutar de la cercanía de su ídolo uno y el otro por ejercer su profesión.

 En esos momentos te das cuenta que son humanos y que puedes hablar con ellos de una manera relajada. Curioso. Incluso hasta pactas con ellos alguna entrevista o reportaje, circunstancia imposible de hacer realidad, por ejemplo, en el Real Madrid. Hasta los aficionados de toda la vida, esos que llevan viajando con el equipo toda la vida, añoran la época de los Beckham, Zidane, Figo, Raúl y compañía. Estrellas ellos, pero que no estaban secuestrados por nadie, lo que servía a la prensa de todo el mundo para poner al Real Madrid como ejemplo, algo que no sucede en la actualidad.

 En baloncesto esa barrera desaparece por completo. Jugadores accesibles, aficionados cercanos y felices. Con la prensa todo es diferente. Incluso en la jornada de ayer los Navarro, Fran Vázquez y compañía tenían un rato para atender a los medios de comunicación, y a los aficionados por extensión, nada más terminar el entrenamiento.

 Normalidad ante todo, pero algo impensable cuando hablamos de los dos grandes. Curioso contraste entre lo que hace las dos entidades con un deporte y otro. Cierto es que el número de seguidores que mueve uno y otro deporte no es el mismo, pero en el fondo juegan por lo mismo, que no es otra cosa ganar, pero lo hacen desde el prisma de la tranquilidad.

 Los ocho equipos que han disputando la fase final de la Copa han compartido hotel, el Palace concretamente. ¿Se imaginan a Barcelona y Real Madrid durmiendo bajo el mismo techo en la previa de la final de Copa? La verdad es que no. Nada ha sucedido y esa convivencia seguro que sirve de ejemplo para las aficiones de todos los equipos, que hasta el momento están dando una lección de lo que es compartir partidos con pasión, pero con cabeza.