Un cruce que no admite confianza

El invierno alarga la sombra de un CSKA que ya es peligroso de por sí





Emilio Butragueño avisa, y el que avisa no es traidor: “no será fácil ganar al CSKA”. Que nadie se confíe, el rival que le ha tocado en suerte al Real Madrid es de lo más engañoso. Un arma de doble filo especialmente por las condiciones climatológicas (entre 15 y 20 grados bajo cero en febrero) a las que se deberán enfrentar los hombres de Mourinho.  El propio Butragueño probó en sus carnes la derrota ante un club ruso hace ya veinte años, ante un Spartak que llegó a imponerse en el Santiago Bernabéu, y por eso no admite relajaciones.

Eran otros tiempos, pero el Madrid no debe confiarse ante un equipo que ya ha batido esta temporada a todo un Inter de Milán a domicilio y que hace dos temporadas alcanzó los cuartos de final, eliminado precisamente por los italianos bajo la batuta de José Mourinho. En esta ocasión, los rusos han vuelto a cruzarse en el camino del técnico luso, que no querrá permitir a nadie que se interponga en su camino hacia la Décima.

La principal baza del CSKA no es otra que sus dos delanteros titulares, Seydou Doumbia y Wágner Love, especialmente el primero, que en la primera fase de esta edición de la Liga de Campeones anotó nada menos que cinco tantos. El costamarfileño destaca por su potencia y habilidad con el balón en los pies, cualidades que comparte con el brasileño Wágner Love, aunque éste ha ido perdiendo velocidad con el paso del tiempo y no es el de hace un par de años, cuando incluso se le relacionó con el Real Madrid. Por detrás de los delanteros, el joven Dzagóev también ha sido relacionado con grandes clubes de Europa Occidental.

El equipo ruso, que cuenta a estas alturas con un buen número de lesionados, recuperará para febrero a varios de sus hombres importantes, como es el caso de Keisuke Honda, una de las sensaciones del pasado Mundial de Sudáfrica, y del ex de Betis y Liverpool Mark González. No será así con Akinfeev, el guardameta y líder del equipo, en el dique seco por una lesión de rodilla desde el verano pasado. La línea más débil del cuadro moscovita es la defensa, donde la delantera merengue se verá las caras con dos troncos a la vieja usanza, los centrales internacionales Ignashévich y Vasili Berezutsky, ambos alrededor de los 1,90 metros de altura, buenos por arriba y en el choque pero con dificultades ante delanteros rápidos y desequilibrantes. 


En definitiva, un cruce que parece más sencillo de lo que en realidad es y en el que el Madrid deberá demostrar cuáles son sus opciones de alcanzar la final de Múnich esta temporada.