Un árbitro 'chorizo' mató al Madrid más grande del curso

El Real Madrid jugó un partizado en Barcelona y mereció mejor suerte que el empate final (2-2). El árbitro del partido, Teixeira Vitienes, triste protagonista al machacar al Real Madrid y quitarle varios penaltis.





Tener a los 12 segundos de partido la ocasión más clara para el Real Madrid en los últimos tres clásicos y no atinar con ella es ya un síntoma de que hoy no es tu día. Eso fue lo que le pasó al equipo de José Mourinho. Higuaín fue el protagonista, aprovechó la mirada al tendido de Piqué, y cuando todo el madridismo le empujaba a meter el primero que acompañara la machada la envió fuera. Ahí pudo estar el partido y la eliminatoria.

Era obvio que la puesta en escena del Real Madrid no se iba a parecer a la del partido de ida. De entrada, los nombres ya cambiaban bastante, y la predisposición igual. Los blancos hicieron acopio del lugar en el que viven, Madrid, la tierra de los chulos, y se lanzaron al cuello del Barcelona. Higuaín la tuvo y a más de uno se le indigestó el bocata. Luego fue Cristiano Ronaldo el que estuvo cerca de repetir el gol que logró en el partido de ida. Posteriormente volvió a ser Higuaín el que se encontró con Pinto en una presión magistral del equipo de Mourinho. Todo ello, después de que Özil reventara el larguero con un trallazo desde fuera del área que dejó sentado a Pinto y sin color el Camp Nou. Las sensaciones, inmejorables. El resultado, regular. El acierto de cara a puerta, flojo. Así se resumía el inicio del Real Madrid en el Camp Nou. Su afición bien le hubiera aplaudido tal esfuerzo.

Eso sí, sin el premio del gol, y sin el premio de que el árbitro del partido, el señor Teixeira Vitienes, le pitara dos penaltis clamorosos que no vio o no quiso ver. El primero, por manos de Busquets en un remate de cabeza. Curiosamente, el hombre del ‘mucho morro’ se llevó la mano a la tripa después de la fechoría. Sabía lo que había hecho y posiblemente Teixeira también. No contento con eso, unos minutos más tarde fue Abidal el que golpeó con la mano un remate acrobático de Sergio Ramos. Teixeira probablemente estaba más pendiente de salir bien en la televisión que de ver lo que pasaba en el área. Segundo penalti al limbo a favor del equipo de José Mourinho.

A pesar de que el acierto de cara a puerta en el Real Madrid suele ser bastante bueno, aquí lo pagó. Los de Mourinho tuvieron las suyas y perdonaron. El Barcelona no. Pedro primero y Alves después anotaron dos goles para los locales que resultaban tan injustos como las decisiones del amigo Teixeira. El caso es que un gran Madrid se iba a la caseta con dos remates recibidos y dos goles en contra. El más difícil todavía.


Sin embargo, el Real Madrid tenía hoy la necesidad de mostrarle a su gente y al mundo que este equipo es el mejor de la historia por algo. Y lo hicieron. El ladronzuelo de Teixeira no le permitió que se llevara el partido y la eliminatoria, pero hoy la afición del equipo blanco debe sentirse orgullosa por el derroche, la entrega y las narices que puso su equipo sobre el Camp Nou.

FC BARCELONA: Pinto; Alves, Piqué, Puyol, Abidal; Busquets, Cesc (Thiago, min.70), Xavi; Alexis (Mascherano, min.78), Messi e Iniesta (Pedro, min.29).

REAL MADRID: Casillas; Arbeloa, Pepe, Ramos, Coentrao; Lass (Granero, descanso), Xabi Alonso; Özil, Kaká (Callejón, min.60), Cristiano Ronaldo; e Higuaín (Benzema, min.60).

GOLES.  1-0. Min.43, Pedro. 2-0. Min.45, Alves.  2-1. Min.67, Cristiano Ronaldo.    2-2. Min.71, Benzema.

ÁRBITRO: Teixeira Vitienes (Col. Cántabro). Amonestó a Messi (min.44), Puyol (min.90) en el FC Barcelona y a Lass (min.25), Casillas (min.45), Ronaldo (min.54), Coentrao (min.80), Granero (min.89), Pepe (min.90) en el Real Madrid. Expulsó a Ramos por doble amarilla (min.32 y min.88) en el Real Madrid.

ESTADIO: Camp Nou, 95.486 espectadores.

Liderado por un Özil sideral, el equipo de Mourinho se sobrepuso a los dos goles en contra, y encajonó a su rival hasta el punto de silenciar el estadio del Barcelona. Y no sólo eso, las tretas de la desaparición de los recogepelotas misteriosamente y jugares del equipo culé perdiendo tiempo como jamás se había visto con anterioridad. Detalles todos ellos de una superioridad evidente del equipo blanco que, a la vista de todo el mundo, si no pasó de ronda fue porque el señor Teixeira Vitienes no le dejó. Con el Madrid lanzado a por la remontada, le anuló un gol muy dudoso a Sergio Ramos en un remate de cabeza tras un desmayo de Alves. Era una más dentro de su patético arbitraje en contra de los de blanco, casualmente.

Los blancos no se vinieron abajo. Ni mucho menos. Özil se sacó de la chistera un pase auténticamente magistral hacia Cristiano Ronaldo. El que ‘nunca le marca al Barcelona’ (le ha metido esta temporada ya tres chicharros) sentó a Pinto con un movimiento de tobillo magistral y ajustició la portería culé a pesar del énfasis de Puyol por evitarlo. El partido no estaba acabado y el Madrid había dado el puñetazo en el mentón. Se lo creyó y fue a por ello. Era tan evidente que los blancos empezaron a oler la sangre del Barcelona, que en una grandiosa presión arriba de Callejón, el Madrid recuperó la pelota y volvió a morder. Como una piraña. Esta vez fue Benzema el que se acomodó el balón, tumbó a Puyol, y fusiló a Pinto. De haber existido el famoso cagómetro hubiera reventado por todas partes. Los blancos estaban a un único gol de pasar la eliminatoria. Eso sí, Teixeira no estaba por la labor de que eso ocurriera. Por encima de mi cadáver debió pensar.

La mejor forma que tuvo el colegiado de evitar cualquier conato de levantamiento blanco fue expulsar de forma vergonzosa a Sergio Ramos en un salto con Busquets. El catalán, lógicamente, interpretó a la perfección su papel de croqueta por el césped en un contacto tan normal como que la pelota es redonda. Eso sí, para Teixeira suficiente como para echar al defensa del partido. Y con ello cortar de raíz la posibilidad de que el Madrid terminara volteando el partido. La fechoría de Teixeira no murió ahí. Sólo dio tres minutos de descuento, de los cuáles Alves se pasó casi dos en el suelo. El colegiado, lógicamente, debía añadirlos. Ni de coña, pensó. Antes de cumplirse el 93, con una falta a favor del Madrid para poder colgar el balón al área del Barcelona, pitó el final. Los blancos murieron en la orilla, con orgullo, pero jugar contra 12 ya es demasiado. Incluso para esta pedazo de institución llamada Real Madrid.