El 'Supercampeón' vive en Madrid

Una primera parte espectacular del Real Madrid le valió a los blancos para derrotar por 2-1 al Barcelona y alzarse con la Supercopa.





El fútbol tiene misterios, y uno de los más grandes es comprobar cómo se puede pasar de héroe a villano en apenas unos días. Los que vayan entre un partido de pena, como puede ser el juagado por el equipo de Mourinho en Getafe, y otro francamente bueno, como el de vuelta de la Supercopa. Si Mourinho pedía en la previa la actitud y predisposición que los suyos no tuvieron hace tres días, éstos le respondieron. Es como si en el Coliseum hubieran salido con la batería baja, y en el Bernabéu con un chute enérgico de otro mundo. Sólo la camiseta era la misma. El resto, parecía otro equipo.

El aviso del cambio del Madrid no venía desde la alineación  ni del sistema. Era cuestión de ganas. Y en esta ocasión hubo. A los seis minutos Higuaín tenía la primera de las varias grandes ocasiones que tuvo frente a Valdés. La marró porque dibujó en exceso el golpeo y el portero la sacó con el pie. Eso sí, no pasaron ni cinco minutos para que Higuaín se tomara la revancha. Jugada casi calcada, aunque en esta ocasión mucho más centrada. Cualquier cosa que no hubiera terminado en gol habría sido un fallo excesivo. Esta vez no pasó. El argentino logró meterle la pelota entre las piernas a un Valdés más que vendido. El Bernabéu estalló. Veía posible la remontada y, por fin, ganarle a los culés en casa.

El Barcelona estaba sin ideas. Apenas reconocía si el portero del Madrid era Casillas o cualquier otro, más que nada porque no se acercaba. Y eso estando ante los velocistas del Madrid siempre es sinónimo de peligro. Y de muerte. Eso fue lo que le pasó a los catalanes en un gran balón largo que se tragó Piqué y que Cristiano, con dificultad y tino, acertó a quedarse. El acomodo fue eterno. Pareció que el tiempo no corrió y que al Madrid se le iba la ocasión. Nada de eso. El derechazo del portugués volvió a tocar en las piernas de Valdés y se coló junto al larguero, evitando que Piqué, que había intentado enmendar su error refugiándose debajo de la portería, pudiera sacar el cuero. El 2-0 era tan real como justo, pues el Madrid estaba dándole un buen meneo a un Barcelona irreconocible. Eso también fue virtud blanca.


Si todo pintaba de color de blanco, una mano extra de pintura le llegó a la sensación del partido después de que Adriano derribara a Cristiano Ronaldo cuando éste enfilaba la portería de Valdés en una de sus carreras de JJ.OO. El brasileño se fue a la calle, y el madridismo ya olía la sangra culé desvanecerse por el terreno de juego. El guión no lo hubiera podido pintar ni Mourinho más favorable para sus intereses. Eso sí, Higuaín volvió a bajar su efectividad de cara a puerta, fallando un nuevo mano a mano ante Valdés que estrelló en las piernas del portero catalán. Con el Madrid bordándolo pero fallando más de lo deseado, la llegada del descanso parecía lo mejor. El Barcelona lo firmaba, desde luego. Sin embargo, un lanzamiento de falta de Messi se coló junto al palo de Casillas antes del intermedio, dándole vida a un Barcelona que no hubiera soñado con un resultado tan corto en su contra después de lo visto en el primer tiempo. Había más partido en el luminoso que sobre la hierba, pero lo importante era el marcador, y ahí el tema estaba demasiado apretado para los méritos de ambos.

Ficha Técnica

Real Madrid 2: Casillas, Arbeloa, Pepe, Ramos, Marcelo, Xabi Alonso, Khedira, Di María (Callejón 77’), Özil (Modric 82’), Cristiano e Higuaín (Benzema 80’)

Barcelona 1: Valdés, Adriano, Piqué, Mascherano, Alba, Sergio Busquets (Song 75’), Xavi, Iniesta, Alexis (Montoya 31’), Messi y Pedro (Tello 80’)

Goles: 1-0 Higuaín (10’), 2-0 Cristiano Ronaldo (19’), 2-1 Messi (44’)

Árbitro: Mateu Lahoz. Amonestó a Mascherano, Pepe, Arbeloa, Piqué, Khedira, Ramos

Estadio: Santiago Bernabéu (81.000 espectadores)

De cara al segundo tiempo había dos posibilidades, que el Madrid siguiera igual, desgastándose para buscar el tercero, o que se relajara conservando la posición, siempre con tensión, esperando cualquier fallo culé en las entregas. Pesó más esta segunda opción, la de pensar  que era una eliminatoria de 180 minutos. Eso sí, que el Madrid esperara más atrás tenía el peligro de poder recibir un gol en alguna jugada. De hecho, Pedro tuvo un uno contra uno clarísimo delante de Casillas, que el portero salvó con la corona de santo que le acompaña en estos partidos. Era medio gol. El otro medio fue el que salvó Casillas.

El Real Madrid también soltó su coletazo. Fue además de los más de los más inesperados porque el que se convirtió en Maradona fue Khedira. El alemán empezó a sortear contrarios con la facilidad con la que un niño engulle chucherías. Entró hasta la cocina. No pudo ponerse el delantal y preparar la cena porque Valdés se lo impidió en un nuevo mano a mano en el que acertó a tapar su meta. Una suerte, la del uno contra uno, que volvió a tener Higuaín delante del portero culé. Marcó la segunda, pero ésta la volvió a desperdiciar. Tocaba sufrir.

Se decía que la Supercopa era un título menor, que era lo de menos y que tenía muy poco valor. Cualquiera lo diría viendo cómo esperaba el Bernabéu el final del partido. Dándolo todo, como si fuera la final de la Champions. El Barcelona lo intentó y murió buscando un empate que no llegó. Modric debutó y dejó varios detalles de la clase que tiene. Y encima se estrenó con un pitido del árbitro que hizo estallar al Bernabéu e hizo olvidar el mal partido en Getafe. El Supercampeón se llama Real Madrid.