Cuatro chispazos, una goleada

El Real Madrid se impuso al Zaragoza en el Bernabéu con claridad (4-0). Higuaín y Di María abrieron la lata. Essien y Modric, que fueron pareja de centrocampistas, anotaron una diana por cabeza para completar el resultado final.





Los partidos previos a la disputa de otros de mayor tensión y excitación sólo pueden derivar en dos situaciones: goleada placentera sin esfuerzo o cumplimiento del deber ahorrando energías. La visita del Zaragoza, antes del choque del próximo martes de Champions ante el Dortmund, pintaba a trámite liguero. Equipo sin demasiado peligro, motivación justa en campo y grada, y búsqueda de ahorro energético pensando en el choque de Champions.

En el arranque se vio claro que los blancos iban a moverse por sensaciones. Si necesitaban apretar, lo harían. Si el cuerpo pedía regular, lo mismo. Por eso, que la primera buena ocasión del encuentro no llegara hasta el minuto 20 y que fuera a favor de los maños tampoco debía ser una sorpresa. Fue Postiga el encargado de poner a prueba los reflejos de Casillas.

Eso sí, buscarle las cosquillas al grande siempre puede suponer que éste te lo devuelva, con la diferencia de fuerza y puntería que esto supone. No fue en una jugada a campo abierto, que era el mayor miedo con el que el Zaragoza llegó a Madrid, sino en un saque de esquina como el Madrid desvirgó la portería mañana. Un gran remate de Albiol fue rechazado por Roberto. El atajar el balón se convirtió en un imposible para el portero, que sólo pudo dejar el balón muerto. Demasiado vivo si por ahí pulula un tipo llamado Higuaín. Éste fue más rápido que ninguno y embocó el balón en la red. Las cosquillas se habían convertido en guantazo.


Sin tiempo para que el Zaragoza pudiera reponerse le cayó el segundo. Fue el gol de la insistencia, del marcar porque yo lo digo. El protagonista del mismo fue Di María que, a pierna cambiada remató, se encontró con Roberto y volvió a rematar. La segunda con más fuerza y precisión. Resultado, gol. Sin mover apenas un pelo, el Madrid ya ganaba 2-0 a un Zaragoza sin presencia, más allá de su color avispado.

Ficha Técnica

Real Madrid 4: Casillas, Ramos, Albiol, Pepe, Arbeloa (Nacho 80’), Essien, Modric, Özil, Di María (Callejón 71’), Cristiano e Higuaín (Benzema 68’)

Zaragoza 0: Roberto, Sapunaru, Álvaro, Loovens, Abraham, Víctor Rodríguez (Álamo 73’), Montañés, Movilla, Apoño, José Mari (Romaric 86’) y Helder Postiga (Arando 78’)

Goles: 1-0 Higuaín (22’), 2-0 Di María (25’), 3-0 Essien (89’), 4-0 Modric (92’)

Árbitro: Estrada Fernández. Amonestó a Modric, Ramos, Abraham, Sapunaru

Estadio: Santiago Bernabéu (70.000 espectadores)

Parecía evidente, máxime según comenzaron a avanzar los minutos, que no iba a ser una tarde recordada por su gran fútbol. De hecho, los primeros pitos de la temporada arreciaron sobre el Bernabéu en varias ocasiones, especialmente tras un par de pérdidas de balón en la línea de creación blanca. Si a eso se le une que Casillas tuvo que hacer una gran estirada a remate de Víctor, y que poco después era José Mari el que se encontraba con el larguero de la meta blanca, la reacción de la grada en contra de lo que estaba viendo no se hizo esperar.

A pesar de que la gente no estaba especialmente contenta con lo que estaba viendo lo cierto es que no se veía al Zaragoza con la capacidad suficiente como para meterle mano al equipo madridista de alguna forma. Al revés. En el ambiente existía el tufillo de que los blancos podrían marcar cuando quisieran. Y cuando no, también. Cristiano dio un aviso con un obús desde fuera del área en una falta que impactó violentamente contra el larguero. Fue el aviso de lo que acabaría pasando.

Y lo que sucedió fue que si dos chispazos en el primer tiempo se habían traducido en dos goles, los últimos minutos de partido se endulzaron con más de lo mismo. Primero fue Essien el que culminó en una buena llegada una acción colectiva de los blancos. El africano sorprendió llegando desde atrás y superó a Roberto en un remate raso. No sería el único mediocentro que vería portería, pues Modric, apenas unos segundos antes del final colocó con la izquierda el balón en la portería de Roberto, que vio impotente cómo le llovieron los goles en cuatro chispazos blancos. Ni más ni menos.