Radiografía de la debacle madridista en Yeda: tiempo para la reflexión y la autocrítica

El Real Madrid tocó fondo el pasado domingo en la final de la Supercopa de España

Jugadores del Real Madrid marchándose con la medalla de subcampeón
Jugadores del Real Madrid marchándose con la medalla de subcampeón

Han pasado ya varios días de la debacle madridista en la final de la Supercopa de España. Realmente, lo que menos me duele es el hecho de no haber ganado esa competición, que, siendo sinceros, es uno de los títulos menos importantes de la temporada. De hecho, si el Real Madrid es capaz de ganar LaLiga y/o la Champions, nadie se acordará de él.

Pero los días que llevamos están siendo fastidiados. El partido que hace el equipo de Ancelotti en Yeda es de los peores que recuerdo en mucho tiempo. Independientemente de que Mbappé pusiera el 1-0 en el marcador, el Barça fue mejor en todo momento. Y eso, queridos lectores, duele.

Más aún cuando la plantilla de Hansi Flick no es mejor que la que tiene Carletto entre sus manos. Más aún, y me vuelvo a repetir, cuando el Clásico liguero del Bernabéu terminó con un 0-4. La derrota en Arabia era posible, evidentemente, pero lo que no se puede tolerar es ese 2-5. 

Nueve goles recibidos en dos partidos. Este es el registro que a mí, personalmente, me hierve la sangre. Este Barça no te puede marcar casi una decena de goles en menos de 180 minutos. Y doy gracias a la expulsión de Szczęsny porque si no hubiera sido por ella el resultado tal vez habría sido más doloroso.

 

 

Ancelotti, recapacita

Esta Supercopa de España ha dejado muchos señalados en el cuadro merengue. La expedición madridista que se desplazó hasta Yeda es consciente de que hay personas que han quedado ‘tocadas’ después de lo acontecido. Ancelotti es uno de ellos e incluso ha centrado todas las críticas. Hay motivos.

El propio míster de Reggiolo fue quien aseguró que solo se salvaba Kylian Mbappé. Los demás, entre los que se incluía, no habían estado a la altura. El madridismo no logra comprender el motivo por el que sigue jugando con Tchouaméni en el eje de la defensa, en lugar de un Raúl Asencio que siempre que juega cumple con creces.

 

 

El francés salió en todas las fotos de los goles. Ya se ha demostrado que no es central y que no tiene los automatismos para jugar en tal demarcación. Más allá de esta decisión, que le hace un flaco favor al propio futbolista, el equipo no jugó absolutamente a nada. Ni cuando se quedó en superioridad numérica.

La imagen fue decepcionante y el staff técnico tiene que entender que le lluevan las críticas en estos momentos. La temporada no está transcurriendo como se esperaba y está siendo una montaña de rusa de sensaciones. Dos partidos bien, uno mal… y así, en bucle.

Poca ambición

Este que les escribe considera a Carletto el principal culpable de lo que pasó el domingo. No es para menos, debido a que no tuvo capacidad de reacción en ningún momento y no supo ‘meterle mano’ a un equipo con 10. Así pues, el hecho de que deje a Raúl Asencio en el banquillo es algo que no logro ni termino de superar. Ya por no hablar lo que dijo en la mañana de hoy en sala de prensa…

En fin, eso ya es otro tema, aunque no quiero focalizarme tan solo en Carlo. Los problemas no corresponden a una persona. Los jugadores no se pueden ir de ‘rositas’. No estuvieron a la altura de la circunstancia y lo peor es que no mostraron ni un ápice de ambición.

 

 

Daba la sensación de que lo que estaba ocurriendo no iba con ellos. Ni una entrada de impotencia ni un síntoma de remontada a pesar de que el Barça se quedase con 10 y Rodrygo hiciera el gol de falta.

Desde la televisión daba la sensación de que no había actitud. En este caso no se salvó ni Jude Bellingham, que es uno de los grandes líderes del vestuario. Vinicius no hizo ni acto de presencia, Mendy siguió con la tónica de la presente temporada y Lucas Vázquez estuvo sobrepasado por la situación. Ya por no hablar de Tchouaméni. Ancelotti no le está ayudando. Me vuelvo a reiterar.

Queda temporada por delante

Lo único salvable de esa final fue ver que Mbappé, a pesar de lo que muchos creían, sigue siendo ese jugador que lideró al PSG y a la selección francesa. El de Bondy, más allá del gol, fue el mejor ante el Barcelona y demostró que puede dar muchas alegrías a la parroquia de Chamartín.

Queda temporada. Lo importante está en juego y el Madrid se encuentra inmerso en la lucha por todos los títulos. No seré yo quien quiera destruir el club, cesar a Ancelotti o echar a mitad de plantilla. Es tiempo de mirar hacia delante y seguir enfocado en conseguir los grandes objetivos del curso. No se ha perdido nada y hay materia prima para llegar a Cibeles allá por el mes de mayo. Eso sí, jugadores y cuerpo técnico deben de reflexionar, hacer autocrítica y mirarse a los ojos para echarse en ‘cara’ todo lo que han fallado. A partir de ahí, a remar todos en una misma dirección hacia los títulos. Solo así se podrá superar este duro momento.