El Madrid en un agujero

Estuve en la asamblea de compromisarios y salí con una idea bastante clara de la situación del club: la división entre sus socios es enorme, por menos de eso se han convocado elecciones en otras partes, y con la certeza de que pese a su incomparable historia, el club está en manos de los resultados. Es decir, de los jugadores.

Si le ganaban al Sevilla gozarían de una semana de relativa tranquilidad pensando en el Camp Nou y si perdían, la pasarían montados en una noria. El 1-3 al descanso desencadenó una batalla de pañuelos sobre el palco.

Me reafirmaba en mi teoría: si el equipo pierde, lío al canto. Pero se reanudó el juego y ese mismo equipo casi le dio la vuelta a la tortilla, como demuestra que ganó la segunda parte por 2-1. Y si le llegan a pitar el penalti de Palop a Higuaín, con 3-3, quizá habría ganado. La gran reacción del equipo calmó la bronca contra Calderón: estaba claro; el club depende de los futbolistas, de sus aciertos, de su errores. Eso puede pasar en un club cualquiera, no en el Madrid.

Luego llegó la guinda, ese Schuster admitiendo que su equipo no puede ganar al Barcelona. Los Ultra sur por la mañana y Schuster, bien entrada la noche. Hay días en los que es mejor no levantarse. Ya, ya se que los milagros y el fútbol se llevan mal. ¿Pero se imaginan que el Madrid no pierde en Barcelona? ¿Qué cara pondría Schuster? Sí, el Madrid está en un agujero. Se ha metido él mismo.
 



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