El Barça, el Calimero del fútbol español

Ni ganando consiguen quitarse el complejo de inferioridad





Los ‘listillos’ de turno se olvidan, sin embargo, que ese ilustre culé llamado David Villa (con cero partidos oficiales en su haber con el Barça), ha nacido en Tuilla, una localidad situada a 870 kilómetros de Barcelona. Una auténtica lástima. E Iniesta, al que algunos se empeñan en que en su partida de nacimiento ponga la localidad de Castelldefels, ha nacido y se ha criado (para desgracia de algunos) en Fuentealbilla, a 550 kilómetros de ese ombligo del mundo (para algunos) llamado Barcelona, inconcebible para los cerrados de mente de esos lares.

Todo ese complejo de inferioridad respecto a lo español está instalado no solo en buena parte del pueblo catalán, sino también en el propio F.C. Barcelona y en sus medios de comunicación afines. Una frustración que se ha ido acumulando a lo largo de un siglo en los aficionados de este club. Y ahora, y tras las dos últimas temporadas exitosas del Barcelona, los talibanes culés se creen que el fútbol no lo inventaron los ingleses sino los catalanes, y que lo logrado anteriormente por clubes con un historial igual o mejor al de los blaugrana (Real Madrid, Milan, Bayern de Munich o Manchester United, por mencionar cuatro ejemplos) poca o ninguna importancia tiene.

SE CREEN LOS INVENTORES DEL FÚTBOL

Y ahora, crecidos con el sextete y con la suerte de Pepe Guardiola, por creerse se creen cualquier milonga que les cuenten los medios de comunicación afines al barcelonismo: que si todos los goles de España llevaron firma culé (Villa fue al Mundial en representación del Valencia), que si Valdés es mejor que Casillas, que si Messi no jugó bien en el Mundial fue única y exclusivamente por culpa de Maradona, que el ‘Villarato’ es un invento de la caverna mediática, que Pelé fue un aprendiz al lado de Cruyff… En definitiva, una enciclopedia de estupideces sin sentido dirigido a un público culé empeñado, una vez más, en plantar un bosque en medio del desierto.


Pero queda poco para que los culés empiecen a despertar de esta enajenación transitoria, que les viene durando los dos últimos años. La llegada de Mourinho al banquillo del Real Madrid les provoca la misma sensación que cuando un padre se entera que su hijo es gay: no se viene abajo porque es su hijo, pero le produce un molesto cosquilleo en el estomago que le hace tomar una actitud defensiva ante la situación. Es lo que sienten los blaugrana cuando comparan su palmarés con el de los blancos: un sindrome de Calimero que, por muchos Guardiolas que pasen por el banquillo y por muchos Messis que tengan en su equipo, no se lo quitarán en toda su historia.