"Mi madre lo intentó todo pero no conseguíamos nada. Ni en Nigeria, ni en Ghana ni en ningún lugar de África”, relató el togolés. “Mi madre se vio obligada a acudir a la iglesia donde el sacerdote le dijo que iba a rezar por mí durante una semana. Si transcurrido este tiempo no caminaba, le aseguró que jamás lo haría”, explicó.
"Empezaron a rezar el domingo a medianoche. Durante toda la semana, no caminé. El sábado a medianoche, mi madre estaba llorando. Para ella, todo había terminado. Me había llevado a todas partes, y nada había funcionado. Yo estaba en la iglesia y, hacia las nueve o las diez del domingo por la mañana, escuché a los niños jugando fuera. De repente, alguien chutó el balón hacia la iglesia. Y la primera persona que se levantó y corrió fui yo, porque quería coger la pelota", afirmó el delantero del Arsenal.
Desde aquella mañana, Adebayor agradece a Dios ser quien es: "Todo lo que tengo en la vida lo ha puesto Dios en mis manos. Rezo cada noche antes de acostarme y cada mañana. No hay nada más importante para mí que Dios".
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