El Athletic entregó la Supercopa a un pobre Barça

Xavi y Pedrito le dieron el triunfo a los de Guardiola. El Athletic jugó un pésimo partido que indica que será un claro candidato al descenso. Alves volvió a reclamar un papel en Hollywood con actuaciones lamentables





El Barcelona agradeció el regaló y comenzó a marear el balón. Sin la fluidez habitual que le da un jugador como Iniesta, Guardiola optó por meter a los tarugos Keita y Toure para fortalecer esa zona del campo en la que el Athletic se presuponía jugaría con piernas, brazos, corazón y lo que hiciera falta. Aunque de entrada todo eso se lo dejó en casa.

Los visitantes convertían a Gorka en el mejor del partido con varias paradas de mérito, mientras se demostraba que Bojan es el mayor bluff futbolístico que han querido vender desde la Masía en los últimos años. El '11' catalán falla cual escopeta de feria siempre que tiene la posibilidad de marcar. Ibrahimovic no tendrá mucha competencia con él.

Ficha técnica:

1 - Athletic Club: Iraizoz; Iraola, Ustaritz, Ocio, Koikili; Susaeta, Orbaiz, Gurpegui, Gabilondo (Castillo, min.67); De Marcos (Toquero, min.60) y Llorente (Etxeberria, min.74).

2 - FC Barcelona: Valdés; Alves, Piqué, Puyol, Abidal; Touré, Xavi (Busquets, min,81), Keita; Pedrito, Bojan y Henry (Jeffren, min.74).

Goles: 1-0, min.44: De Marcos. 1-1, min.59: Xavi. 1-2, min.68: Pedrito.

Arbitro: Rubinos Pérez (Colegio madrileño). Mostró tarjeta amarilla a los locales Gurpegui y Koikili, y a los visitantes Piqué y Alves.

Incidencias: Unos 35.000 espectadores en San Mamés, entre ellos unos centenares de seguidores visitantes. Noche calurosa y terreno de juego en perfectas condiciones. Partido de ida de la Supercopa de España 2009-2010. Los jugadores del Athletic portaron brazaletes negros en memoria del ex directivo Iñaki de la Sota. Asimismo, se guardaron unos instantes de silencio con motivo de los recientes fallecimientos del presidente del Comité de Entrenadores y directivo de la RFEF, Ramón Cobo, y el jugador del Espanyol Daniel Jarque.

El físico comenzó a pasarle factura a un Barcelona poco rodado, más pendiente de los gustos y querencias de Messi que de otra cosa. Sin querer, el Athletic se vio en la obligación de ir hacia adelante y, aun sin querer, lo aprovechó. De Marcos agarró en la frontal un balón que había perdido Touré que, además de dar patadas, demostró no saber dar una pelota en condiciones a sus compañeros, encaró al 'mejor' central del mundo Mundial, Gerardo Piqué, al que la cintura le jugó una mala y fea pasada, y superó a Valdés que había buscado hierba antes de darse cuenta de que la pelota iba a pasarle por encima de sus piernas. San Mamés enloqueció. Nadie se lo podía creer. Y es que con muy poquito (lo que tiene, y no hay más) su equipo estaba superando al Barcelona.

La hipocresía que tanto promulga el presidente del equipo catalán, Juan Laporta, le lleva a alardear más de la cuenta de la solidaridad de su equipo al llevar el logo de Unicef en las camisetas. Sin embargo, que habría que decirle a Laporta que, además de parecer solidario, hay que serlo. Y eso en su club, no se lleva muy bien. Sólo así puede explicarse que sus futbolistas ni se dignaran a echar una pelota fuera del campo cuando un jugador del Athletic, Koi, se encontraba en el suelo doliéndose de un golpe duro propinado por Henry. Así es este equipo tan solidario que no gasta millonadas en futbolistas, no recalifica terrenos y, por su puesto, siempre echa la pelota fuera cuando un contrario se retuerce de dolor en el suelo.


Con todo, la mediocridad de este Athletic es tan palpable como ajenamente vergonzosa. Si un equipo llamado Young Boys fue capaz de ganar hace una semana en San Mamés ya está todo dicho. En un error (el enésimo) en cadena de la defensa bilbaína, la pelota le cayó a Xavi que no tuvo más remedio que aprovechar el obsequio vasco para igualar la contienda. Poco después era Pedrito el que libre de marca chutaba desde fuera del área para superar a un Iraizoz más parecido a una estatua ecuestre que a un portero de Primera División.

El paso del verano no impidió, sin embargo, que Daniel Alves volviera a demostrarnos sus dotes de actor profesional. Una falta del estilo de las mil que se pueden realizar a lo largo de un partido fue simulada por el suplente de la selección brasileña como si le hubieran roto la pierna. Rodó como una croqueta, enseñó la supuesta herida de guerra, y se levantó tan pancho. Una clara demostración de que no tenía absolutamente nada. Y es que la vida sigue igual en Can Barça. O quizá no tanto, porque no hubo rastro ni de brillantez ni de ningún tipo de buen juego.