El fin de la autocomplacencia

Es hora de hacer autocrítica, respetar lo que se ha logrado y, sobre todo, mirar al futuro


cuandonohaya

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La contundente derrota en la final de la Copa Confederaciones debió servir para algo más que para decir: "el año que viene volvemos a por el Mundial". Era el momento para darse cuenta de que los méritos pasados no son suficientes para otorgar titularidades por decreto y para pensarse el hecho de que la convocatoria cuente con futuros futbolistas (a partir de septiembre) de la competición australiana o catarí. Ha faltado autocrítica y han sobrado elogios desmedidos.

 

Cuando la base de la selección es un equipo cuyo curso ha sido, como mínimo, cuestionable es que algo falla. Especialmente en el físico, jugadores como Jordi Alba, Busquets, Piqué o Xavi Hernández han sido una sombra de sí mismos. No es que los madridistas se hayan lucido mucho, pero en ningún momento han sido la base de un conjunto que se ha desmoronado como un castillo de naipes.


Mientras jugadores como Isco, Gabi, Carvajal, Llorente o Negredo disfrutaban de sus vacaciones, otros como Torres, Villa, Cazorla o Mata pocos méritos han hecho durante su temporada para sacarse un billete a Brasil que les ha quedado algo grande. Graves errores en una convocatoria que adolecía de jugadores en buen estado de forma.

Por suerte, esta derrota cruel servirá para despejar el horizonte de palmeros, de portavoces y de ese exceso de halago que tan flaco favor le ha hecho a la selección española. Es hora de hacer autocrítica, respetar lo que se ha logrado y, sobre todo, mirar al futuro.