El mismo fallo en los partidos más importantes

"Tres partidos ante los tres rivales más importantes de todo el curso 2014/2015 caracterizado por lo mismo: la mala puntería, la irregularidad en el acierto. El no meter los goles cuando hay que hacerlo"





Dominio sin control o dominio con control. El caso es que el Real Madrid tiene calidad de sobra para generar ingentes cantidades de oportunidad de gol en cada partido, ya sea un encuentro en el que avasalla a la Juventus como un pollo sin cabeza, o bien bailando al Barcelona y al Atlético de Madrid con el mismo resultado.

Una de las características esenciales de este Real Madrid, en la última década, es la llamada ‘dinamita’. Ese atributo que metafóricamente da a entender que, a poco que sus futbolistas cojan portería, la pelota va a ir para dentro. No en vano, los blancos llevan superando el centenar de goles seis veces seguidas, y solo estoy hablando de la Liga.

Esta campaña no ha sido menos, pero esa dinamita ha estado bastante húmeda en momentos determinados y perfectamente ‘cocinada’ en otros. Goleadas como el 2-8 al Dépor y el 9-1 al Granada contrastan con la fase de enero/febrero o contra los rivales más duros y directos.

Viajo en el tiempo, muy poco, para recordar el verdadero partido que ha decido la Liga, el Camp Nou. El Real Madrid llegaba a Barcelona en el peor momento de la temporada y muchas lenguas charlatanas y culés auguraban una goleada. Pues bien pudo haber sido un punto de inflexión si no llega a ser por la falta de puntería.


Como todos recordarán, los de Ancelotti dieron un baño con espuma a los blaugranas en los primeros 45 minutos. Tras igualar el marcador, un Madrid en tromba acorralaba a los de Luis Enrique, pero tanto los jugadores madridistas, como todos los aficionados merengues, se llevaban las manos a la cabeza una y otra vez. No nos lo podíamos creer. Finalmente se cayó 3-2 y ahora hay que creer en dos milagros seguidos.

Adelanto un poco. Ahora al Calderón. Ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones. Tras seis derbis sin conocer la victoria, y viendo que el Atlético hacia justicia en cada uno de esos partidos, el Madrid dio un golpe sobre la mesa, estéticamente, en el Manzanares. Con una nueva cara respecto a los duelos anteriores ante los colchoneros, a los jugadores se les caían los dedos para contar las oportunidades. Oblak fue un muro, pero no es  una excusa. Es el Madrid y si afinas bien la escopeta la metes. Gracias a Dios, por aquello de lo religioso que es Chicharito, en la vuelta se pudo marcar el gol que costó más que un parto de mellizos -claro que esto último lo supongo como tópico-.

El miércoles fue el culmen al mismo error en esos encuentros en los que el Madrid se jugaba la vida. Otra vez la pelotita no quería entrar. Unas veces Buffon y muchas otras la mira de los jugadores madridistas, los blancos parecía que no querían marcar un solo gol de esos 22 lanzamientos. Obviamente, hablo en jugadas, pues el tanto que nos colocó en Berlín durante más de media hora fue de penalti.

Tres partidos ante los tres rivales más importantes de todo el curso 2014/2015 caracterizado por lo mismo: la  mala puntería, la irregularidad en el acierto. El no meter los goles cuando hay que hacerlo, que acaba quitando, de cierta manera, valor a las otras goleadas anteriores. Con semejantes jugadores ofensivos en la plantilla es algo inentendible, aunque a estudiar para el nuevo curso. ¿Salida de alguno y entradas de otros? Es el momento de empezar a escribir ‘debes’ y ‘haberes’.

 

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