Plaza no mete canastas





Volviendo a Plaza, he de decir que me encontré con un hombre tranquilo, sosegado, seguro de su trabajo. Me transmitió buenas sensaciones. Como buen ‘transportista’ de la información le aderecé la entrevista con algunos de los comentarios que ustedes, lectores de Defensa Central, han transmitido a través de nuestro medio de comunicación en relación a su figura. Él respeta todo. Yo lo entiendo, aunque muchos comentarios no los comparto.

Plaza parece el pim pam pum al que todo el mundo se agarra cuando las cosas vienen mal dadas. La injusticia del deporte hace que, muchas veces, una figura sea el centro de las miradas, mientras su círculo de proximidad parece inmune a los malos resultados. Sin querer ser excesivamente pedante me encantaría que me dijese alguien si Xavi Pascual, actual entrenador del Barcelona, es mejor entrenador que Plaza. Cualquier persona que sepa un poco de baloncesto respondería que no. Sin embargo, todos los indicios apuntan a que el Barça tiene mejores jugadores que el Real Madrid ¿También es culpable de eso Plaza? Se puede ser mejor o peor entrenador pero, con perdón, tontos en un mundo tan profesional quedan muy poquitos. Esto es, si a Plaza no le dan mimbres, él no puede hacer más. Si a Pascual le ofrecen a Navarro y Andersen, los coge, les pone a jugar, y le meten 30 ó 40 puntos por partido entre ambos, es lo más normal del mundo, pero eso no significa que sea buen entrenador. Plaza, por su parte, se ve obligado, en ocasiones, a no sacar a la pista a jugadores como Pepe Sánchez o Hamilton porque la parroquia se pone de uñas con ellos y, a la larga, eso afecta al devenir del equipo. Esa es la verdadera diferencia entre los dos grandes de nuestro país.

La modestia del técnico blanco le hace eludir responsabilidades en relación a Felipe Reyes y Sergio Llull cuando otro tipo de entrenador estaría tirándose, no ya flores, sino el jardín botánico por haber sacado a la luz las cualidades del mejor ‘4’ de Europa y de una de las mejores promesas de nuestro baloncesto que, curiosamente, también ha crecido a los pechos del técnico blanco. No pretendo convencer a nadie. Es lícito que Plaza no guste a todo el mundo. Es lo que tiene la democracia. Lo único que espero es que la montaña deje ver más allá de la pista. Aquí encontraríamos, en la mayoría de ocasiones, el kit de la cuestión. Suerte Joan. Yo sigo creyendo en ti.