Despedida con Cristiano y Odegaard como alicientes

El mayor aliciente del partido es poder ver nuevamente a Cristiano Ronaldo ganar un pichichi en España y volver a saborear la Bota de Oro. Sería su tercer trofeo de máximo goleador desde que llegó a nuestro país procedente del Manchester y su cuarta ‘bota dorada’ (tres vestido de blanco madridista y una más que ganó con el United). No deja de ser un logro individual, cierto, pero en el que también han contribuido sus compañeros. Por eso, si algo no se le puede reprochar nunca a Cristiano es que este tipo de premios hayan sido medallas individuales. Siempre los compartió con los suyos, incluida aquella mítica foto con el Balón de Oro con el delegado del Santiago Bernabéu, Agustín Herrerín, una parte más de la piña blanca.

En una semana en la que se ha hablado mucho del futuro de Carlo Ancelotti (en la rueda de prensa previa al partido de hoy no hubo apenas referencias al partido del Getafe), el madridismo podrá tener 90 minutos de respiro para hablar de fútbol. El Bernabéu echa hoy el cierre a una temporada en la que su equipo ha ganado una Supercopa de Europa y un Mundial de clubes y sabe a poco. Esa es la grandeza de un club como el Real Madrid. Esos dos títulos serían éxito mayúsculo en cualquier otro equipo, sin embargo, en el Madrid no lo es. Cuestiones de herencias pasadas, presentes y futuras. El madridismo quiere ganarlo todo. Es así.

La visita del Getafe, además del aliciente de poder ver a Cristiano Ronaldo ganando dos nuevos trofeos, tiene también el atractivo de que puede suponer el debut en el primer equipo de Martin Odegaard. La joven estrella noruega vería cumplir su sueño, debutar con el equipo que apostó por su fichaje, el club al que él quería ir. Podría ser el comienzo de una larga y bonita amistad.