El año 2017 ha sido un cúmulo de sinsabores para el galés; reapareció tras 4 meses de lesión un 18 de febrero frente al Espanyol en el Bernabéu y lo hizo con buena nota, marcando un gol y dando buena imagen. Parecía recuperado pero las lesiones musculares de nuevo comenzaron a castigarle. Perdió protagonismo en el último tramo de la temporada a favor de Isco y simplemente tuvo los minutos de la ‘basura’ en la final de la Liga de Campeones.
Arrancó la temporada con buenas sensaciones-hizo una gran final de la Supercopa de Europa-pero, una vez más, el maldito sóleo le ha trastocado todos los planes. Se perdió la ida contra el Tottenham, se perderá la vuelta en Wembley y tampoco pudo jugar el choque decisivo de Gales contra Irlanda para estar en el próximo Mundial. A falta de dos meses para que el año se acabe, Gareth Bale ya sueña con un 2018 muy distinto en todos los aspectos.
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