Al borde del abismo se maneja mejor que nadie el Real Madrid. Y lo demostró, una vez más, con todo en contra. Sin cicatrizarse aún la profunda herida de hace un año, jugando de nuevo la vuelta lejos casa, y con pronósticos que únicamente invitaban a imaginarse el peor de los escenarios.
Pero es que solo con la fe se puede explicar lo que ocurrió anoche en Manchester. La lógica dictaba que en cualquier momento el rodillo inglés acabaría aplastando al Real Madrid. Los números no engañaban (los de Guardiola llevaban 2.037 días sin perder un partido en casa en la Champions. Hicieron 118 ataques, 34 disparos, 18 córners, 846 pases, y tuvieron el 70% de posesión).
Sin embargo, pasaban los minutos, se instauraba una prórroga, y lo único que se mantenía entonces de pie era la creencia de un ‘muerto’ que, en realidad, estaba muy vivo.
Quién conoce la historia y leyenda del Real Madrid entiende ya que su versión más feroz e intratable aparece, precisamente, cuando parece estar muerto. Hay que empezar a asumir que el madridismo no se afronta desde el lado racional, sino desde lo más profundo de las emociones. Por eso estas se contuvieron en esa taquicárdica tanda de penaltis y, mientras que a los jugadores del City le temblaban las piernas, los de Ancelotti ya sabían que habían ganado. Estaba escrito.
No sólo los ajenos cometen ese principio de error de dar por muerto al Real Madrid. También los propios madridistas que, con todo el sentido del mundo, se dejan llevar por la razón. Nadie en su sano juicio pensaría que lo de Manchester tendría tal desenlace viendo el partido. Pero el Real Madrid fue, es y será, el único del mundo capaz de desafiar a la ciencia.
Conforme pasan los años y engorda la leyenda del club más laureado de la historia, se ha demostrado que los partidos del gigante de Europa, como le llaman en el extranjero, deben regirse de otra manera. A partir de ahora el favorito siempre será el Real Madrid. Y más en la Champions. Da igual lo que digan números, las estadísticas y los sentidos. Este muerto eternamente estará muy vivo.
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