De repente, en los pasillos del Santiago Bernabeu se vivieron momento duros y llenos de incógnitas al efecto pero la dirección deportiva tenía un nombre ‘tapado’, su propio ‘as’ en la manga: Lassana Diarra.
El mediocentro francés que iba a sustituir a Mahamadou, pasó sus primeros días de blanco entre la ignorancia de aquellos que no le conocían y las críticas de su alto coste.
Al fin de al cabo, los primeros basaban su opinión centrándose en su nulo rendimiento en equipos punteros como Arsenal o Chelsea mientras, los segundos, se ‘mofaban’ de su apodo, un Lass que usó el propio jugador para evitar comparaciones. Quizás no las tuvo que escuchar respecto al malí, pero rápidamente el peso de la presión le vio como el ‘nuevo Makelele’.
Su poderío físico es tremendo, su capacidad de destrucción rompe estadísticas cada partido (robó ocho balones ante el Espanyol este pasado sábado) y su actividad defensiva es clave para evitar que el rival supere la línea de mediocampo. No es casualidad que la mejoría del Real Madrid en lo que a los goles se refiere, haya arrancado con la llegada de Lass. Además, se hizo acreedor de poder entrar en Champions por delante de Huntelaar.
Ha dado seguridad, fuerza y confianza a sus compañeros, dejando claro que su lugar en el once inicial está asegurado y que junto a Gago firma una de las parejas más prometedoras en labores de destrucción-creación. Ahora nadie le discute, todos le adoran.
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