El presidente del FC Barcelona pronunció unas palabras que anunció antes de la Final de Liga de Campeones, unas declaraciones que más que sonar a amenaza lo son. Por entonces no quiso expresar su malestar con el club blanco, pero afirmó que al término de la competición hablaría al respecto. Y vaya si lo hizo. El presidente azulgrana no dejó títere con cabeza en un comunicado que ha levantado ampollas entre el madridismo.
Tal vez Sandro Rosell no se ha dado cuenta de que pasado más de un mes de aquellos acontecimientos no cabía este tipo de aparición. El presidente culé habló sobre deportividad, valores y ‘fair play’ deportivo y extradeportivo. ¿Pero cuál de esas cosas es la que ha cumplido el club que él mismo dirige?
¿Es deportividad que tus futbolistas pasen la mitad del tiempo fingiendo agresiones? Pregunte a Pedro, a Busquets o a Dani Alves, señor Rosell. ¿Que se mofen del rival? Pregúntele a Piqué. ¿Que atenten contra los aficionados? Pregunte al humilde Messi. ¿No es lícito levantar la voz cuando te han quitado lo que es tuyo? ¿No está bien denunciar lo que se considera una injusticia? ¿No es un valor adecuado la lucha contra el racismo? ¿Es ‘fair play’ extradeportivo acusar a un club sin pruebas? ¿O reavivar un fuego que ya comenzaba a apagarse con amenazas y provocaciones?
Pero la verdadera pregunta es ¿Quién ha traspasado los límites de la deportividad? Y, sobre todo ¿Quién es el que debería realmente romper las relaciones? Juzguen ustedes mismos. El Madrid, como club señor, ya ha mandado la respuesta que cabía esperar.
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