1960: El mejor regalo que el Real Madrid le ha hecho jamás al fútbol

DC repasa los mejores momentos del Madrid a través de sus mejores imágenes


El Real Madrid ganó 7-3 al Eintracht de Franckfurt en la mejor final de la historia




Durante un lustro el Real Madrid de Alfredo Di Stéfano logró labrarse una leyenda propia, por lo que hoy en día tiene un hueco especial entre los mejores equipos de todos los tiempos. El club blanco logró conquistar las cinco Copas de Europa con un juego brillante que desarmó a todos los grandes rivales de la época:  Barcelona, Atlético, Fiorentina, Milan, Stade Reims, Eintracht de Franckfurt o Partizan fueron cayendo uno tras otro y año tras año ante el poderío de los blancos. Sin embargo, la auténtica sublimación de ese fútbol exquisito se hizo esperar y no llegó hasta el 18 de mayo de 1960, una fecha que paradójicamente supuso al mismo tiempo la culminación de la edad de oro del mejor club del siglo XX y el inicio de su posterior decadencia.

Tras cuatro años ganando el título de forma consecutiva, el Real Madrid se plantó en su quinta final consecutiva. Para hacerlo hubo que ganar en semifinales al gran rival español de la época, el Barcelona. Los blancos apearon al campeón de Liga ganándole tanto en Chamartín como en el Camp Nou por un tanteador de 3-1, por lo que alcanzaron la final como claros favoritos. Su rival de esta ocasión debía ser el Eintracht de Frankfurt, campeón de la liga alemana la temporada anterior y finalista tras dejar fuera al Young Boys suizo, al Wiener austríaco y al Glasgow Rangers escocés. De hecho, los teutones venían de endosarle a los británicos un 6-1 y 3-6 en las semifinales, por lo que comparecían en el partido en un magnífico momento de forma.

Antes del choque Santiago Bernabéu bajó la vestuario y le dijo lo siguiente a los jugadores: "Si habéis realizado la hazaña de ganar cuatro Copas, la 'Quinta' sería cerrar la etapa más brillante de la historia del Real Madrid". Además, le recordó la importancia del número cinco, ya que por algo los seres humanos cuentan con este número de sentidos. Por eso los jugadores salieron extra-motivados al césped y acabaron cuajando la mejor actuación que se le recuerda al Real Madrid en toda su historia.

 


Di Stéfano anota uno de los siete goles del Real Madrid
Di Stéfano fue una de las estrellas del partido al marcar tres de los siete goles del Real Madrid (1960)

Sin embargo, a pesar de sus buenas intenciones,  el conjunto de Miguel Muñoz comprobó pronto que el equipo alemán iba a ser el adversario más temible al que se había enfrentado hasta el momento en esta competición. De hecho, ante los 130.000 espectadores presentes el primer equipo en 'dar' fue el Eintracht, ya que a los 18 minutos Kress adelantaba a los suyos después de anticiparse en el primer palo y aprovechar un buen centro desde la derecha. Pero la desventaja no cogió por sorpresa al Madrid, más que acostumbrado a este tipo de contratiempos y, en un abrir y cerrar de ojos, Di Stéfano le dio la vuelta al partido antes de llegar a la media hora de juego. Primero al rematar un buen pase de Gento por la derecha y después al empujar a la red un balón rechazado por el portero Loy.

Con la tranquilidad de ir en ventaja el Madrid empezó a mejorar poco a poco su juego, de manera que su buen fútbol fue premiado de nuevo al borde del descanso. Puskás recibió algo escorado en el área y sacó un memorable zurdazo que no rompió la red rival por poco. Era el 3-1, pero el Real Madrid quería más. Mucho más. Y es que la primera parte sólo había sido el principio, porque lo que se vio en los siguientes 45 minutos fue toda una oda al fútbol. Con Di Stéfano omnipresente, Gento imparable y Puskás desatado el tetracampeón bordó el fútbol ante un rival impotente. En menos de media hora los españoles marcarían hasta cuatro goles más, otros tres consecutivos del hispano húngaro y otro del hispano argentino.

Ante ello el Eintracht sólo pudo agachar la cabeza y aceptar el vedandaval que le pasó por encima, aunque tuvo el arrojo suficiente para que su delantero Stein maquillara algo el marcador al anotar dos goles más. Fue un hecho puramente anecdótico, porque incluso tras encajar el segundo gol el Real Madrid fue capaz de llegar a las inmediaciones del área rival tocando el balón sin perderlo para hacer el séptimo de la noche. Su superioridad era tal que los jugadores merengues parecía que ejecutaban una interminable coreografía con el balón en los pies mientras los alemanes no sabían cómo quitárselo. Al final fue un 7-3, si bien por ocasiones pudo haber sido un 10-4. Aunque poco importa ya, porque al menos el partido quedó grabado y ahora está en la videoteca de millones de aficionados de todo el mundo. Por algo es el mejor regalo que el Real Madrid le hizo jamás al fútbol.