El barro y el árbitro quitan dos puntos al Castilla

Los hombres de Zidane se encontraron ante el Amorebieta un auténtico patatal. Con el terreno de juego impracticable, era imposible trenzar el juego que está acostumbrado el filial, y el conjunto local aprovechó su primera ocasión para adelantarse, apenas transcurridos ocho minutos de juego. En el 7, Yáñez realizó una intervención de mucho mérito que terminó, sin embargo, con el cuero muerto dentro del área. José León se dispuso a despejar cuando un rival se le adelantó y el defensa impactó con el contrario en lugar del balón. Penalti. Orbegozo no falló desde los 11 metros y añadía dificultad al choque.

No obstante, el Castilla no se amedrentó y siguió jugando con intensidad a pesar del lamentable estado del campo, siguió vivo en el partido a la espera de su ocasión. Ésta llegaría en el minuto 26, cuando un centro desde la derecha llegó a Burgui, que controló, recortó con la izquierda a su marcador y definió con la derecha batiendo la portería del Amorebieta. Un soberbio golazo, digno de un crack. Apenas habíamos visto ocasiones en la primera parte, pero los dos equipos tuvieron acierto en sus respectivas oportunidades y así, al descanso se llegó con empate a un gol.

La segunda mitad no varió demasiado el aspecto del partido. El Amorebieta llegó al área madridista mucho más que el Castilla, colgando balones que el filial siempre despejaba. Ni una sola ocasión clara tuvieron los locales en esa especie de asedio en el que los de Zidane intentaban mantenerse en la pelea. Así, en los instantes finales el Castilla tuvo la ocasión de hacer el 1-2. De hecho, lo hizo. Raúl De Tomás, que entró en la segunda parte por Benavente, hizo un gol que el colegiado no dio por válido pese a sobrepasar la línea claramente. Casi inmediatamente después, Lucas Torró era derribado en el área y el árbitro miraba para otro lado. El filial pudo llevarse tres puntos, pero finalmente se llevó sólo uno. Los blancos siguen sin perder, pero hay que empezar a pensar en volver a sumar de tres en tres. En esta ocasión, fue imposible.

*Imágenes de archivo: José Manuel Manzaneque.