Al parecer, Messi ya no es ese niño bueno, humilde y que nunca ha roto un plato en su vida. Su ego se ha disparado hasta el infinito y sus rifi-rafes con Guardiola y el resto de futbolistas culés han sido constantes. La 'pulga' se habría quejado de la alineación de Tello y Cuenca ante el Madrid y el Chelsea, según 'el economista', además se ausentó de la rueda de prensa de despedida de Guardiola y se negó a entrenar el día después de la derrota frente al Real Madrid; a aquél entrenamiento voluntario se presentaron todos los jugados salvo Messi que alegó una sospechosa gastroenteritis.
Es más, sus compañeros le acusan de ser demasiado individualista en el campo y de buscar únicamente su lucimiento personal. Su pique con Cristiano Ronaldo no ha gustado en el vestuario y el mal rollo con varios de sus compañeros es más que evidente.
La gota que colmó el vaso ocurrió en el partido contra el Málaga, cuando Mascherano 'obligó' a Messi a dedicarle un gol a su entrenador. La idea de Messi no era ir al banquillo a celebrarlo-por mucho que algunos nos vendan la moto- sino que tuvo que ser su compañero quien se lo sugiriera. Guardiola se marcha pero deja tras de sí bastantes problemas; el vestuario culé se resquebraja y el culpable tiene nombre y apellidos: Lionel Messi.
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