El cagómetro





El sábado por la noche, muy de noche, casi todos los jugadores del Barça se quejaban del arbitraje del Sr. Delgado Ferreiro (que, por cierto, lo hizo mal, sobre todo por la expulsión de Keita). En el palco, cuando ya sólo quedaban los de casa, también miraban hacia Las Rozas (sede de la RFEF) diciendo que con amigos así, no necesitan enemigos. A Guardiola sus íntimos le notaron preocupado y con cara de descomposición. Frente al Espanyol, por protestar, protestó hasta el preparador físico.

¿Y de Messi, qué me dices? ¿Qué voy a decir? Pues que el mejor jugador del mundo, la octava maravilla del juego del balón, no puede hablar de árbitros justo el día que pierde un partido frente al eterno rival de la ciudad condal. El argentino, que nunca habla de casi nada, no debe entrar en provocaciones, salvo que el sábado después de acercarse el Madrid, saliera a relucir el verdadero Messi.

Samuel Etoo tampoco quería hablar de los árbitros, pero habló, y después mensaje para todos los que no nos enteramos, el de Camerún cargó contra la prensa por señalar que se quiere marchar cuando, en realidad, él lo único que desea es quedarse en Barcelona… Te quieres ir ya, ¡hombre…! La prensa sólo ha reseñado lo que tú has dicho y, conociéndote, has pensado en voz alta y en la zona mixta del Camp Nou estabas nervioso no por tus declaraciones de la semana pasada y sí por el aliento blanco en el cogote.

Laporta aún no ha resoplado, pero me juego la perilla que resoplará el sábado por la noche, tiempo al tiempo. Eso si no lo hace después de jugar contra el Olympique de Lyon.


En resumen: el cagómetro de los culés se ha puesto en marcha. La Liga la tenían ganada en diciembre. Aunque disimularan, ya se veían con el título y saludando por el pasillo que les hacían los blancos en el Bernabéu.

Ya sé que si mi abuela tuviera ruedas, no sería mi abuela y sí una “abuela-moto-carro” pero como el sábado el Madrid gane a los de Pochettino, el domingo en el Calderón, se agotarán los pañales. Yo, de momento, en el humidificador, querida Mercedes Milá, tengo un cigarro habano gran reserva bien fresquito. ¿Para qué? Pues para fumármelo y también para que haga las veces de ambientador, que como ganen los de Abel, no habrá quien aguante el hedor del cagómetro azulgrana en el vestuario del Calderón.