Media hora que pone la guinda a media vida





A sus 23 años, llevaba más de media vida ligado al Real Madrid, concretamente doce años. Desde alevines ha ido pasando de una categoría a otra, jugando en cada equipo de las categorías inferiores del club hasta llegar al más importante de La Fábrica: el Castilla. Con la del 2009-10 completó su tercera temporada en el primer filial blanco, donde fue titular indiscutible tanto de central (su posición) como de mediocentro, siendo además uno de los pilares del vestuario. Y es que además de colocación, contundencia, experiencia, buen juego aéreo, y facilidad para jugar el balón, Mateos aportaba al vestuario del Real Madrid dedicación, ilusión, profesionalidad, afán de superación y mucho mucho compromiso con el club. Cualidades éstas que no es que abunden y que encajaban a la perfección con la filosofía del club que defiende.

La temporada pasada se quedó con una gran espina clavada. Y es que a pesar de haber sido convocado varias veces con el primer equipo, Pellegrini no terminó de darle la oportunidad de debutar con la camiseta blanca del logo de la LFP en la manga. La oportunidad de cumplir un sueño, de alcanzar un objetivo que se había marcado doce años atrás, de culminar una carrera en el club blanco, pues seguramente ésta llegase a su fin este mismo verano al ser uno de los más veteranos de la plantilla del Castilla y con varios clubes de Primera interesados en ficharle, sobre todo el Racing de Santander.

Sin embargo, hay veces que el fútbol es justo con los que más se sacrifican por él y la vida te da una nueva oportunidad. O más concretamente, media hora jugando con el primer equipo del Madrid que me consta le supieron a gloria a David Mateos. Se lo merecía, y el club poco menos que se lo debía después de media vida entregado en cuerpo y alma al Real Madrid. Aunque eso no siempre se valora… y menos en estos tiempos de traspasos.